Era un yo mismo antes de que vinieran a rasurarme. Me han mirado y se olvidan que quise decirles a su debido tiempo que, el dedo oponible es el único testigo de que hubo espíritu. A mí me han castigado los dioses, me dieron un doblez innoble, una bola amarilla y un pájaro de signos como alas. No te reclamo por el espejo sino por esta monótona forma de decir las cosas. Sergio Astorga