lunes, 29 de octubre de 2018
sábado, 27 de octubre de 2018
Yayo Bustamante,“El relajado”
Se fue relajando como un cerezo. Se abandonó a los testículos del azar y un sin fin de palabras se le vinieron al muro de su memoria. Su memoria siempre estuvo a su espalda, se curvó y la hizo ancha. Todo lo que le gusta se pasea silencioso delante de su ojos y todas las manos que apretó intenta olvidarlas para no tener apego. Por las noches, se despide del día, se enfunda en esa pijama de franela, se esconde como detrás del zaguán y juega a las escondidas, algún día dice, ni él mismo se dará cuenta cuándo ya no se encuentre. No es un pesimista, no, tampoco un ingenuo, sabe lo que todo hombre sabe: llevar al niño solitario pegado al apéndice y el diámetro oscuro de la sangre cuando se quiere convivir, arando, con los otros. El se siente relajado, honesto como todo un hombrecito. Sin rencores no dichos en la piel y ese olivo verde en el bolsillo del pantalón. Tácitamente, su pena es inconclusa porque a buen paso se haya bien en el relajo.
viernes, 26 de octubre de 2018
miércoles, 24 de octubre de 2018
El agitador
Se comió el grito, sus palabras y, la granada madura que pendía del árbol en el jardín trasero de la casa de su abuela. Sus amigos le mandaban miradas que le taladraban la nuca. Él, como se había tragado su grito, callaba. Su hermanita le daba jarabes para la tos, pobre, no conseguía introducir la cuchara en esa boca abierta. Asustaba ese semblante de cosa muerta de la calle de Humboldt, donde vivía. La opiniones se suscitaban encontradas, el asombro y la retahíla de consejos pululaban. Y digo pululaban, porque parecía una parvada que espesaba el aire hasta hacerlo sofocante. Irreconciliable su pasado con este presente mudo, le incentivo a exacerbar su sensibilidad a los olores. A señas pidió flores. Llegaron a esa famosa calle de Humboldt 34, infinidad de macetas de barro, de plástico, de cerámica, con flores de la más variada personalidad olorosa. Como no atinaban a evitar el mareo, la buena de la tía Martina, trajo un gran libro de flores que con floral paciencia, ponía enfrente de sus ojos para entender, de acuerdo a la dilatación de sus pupilas, la flor de sus deseos. ¡Jazmines!, exclamó. ¡Quiere Jazmines!.
Un mes le duró el amor a los jazmines. Comenzó como a marchitarse, desconsolados los visitantes, salían apretando las manos descompuestos por la duda. Es tan difícil entender los cambios de humor, suspiraban. Alguien, para animar, trajo un tocadiscos. De inmediato vieron renacer ese rostro tan admirado. La tía Martina, enfadada, comenzó, inútilmente, a gritar que él era un gran agitador y nosotros unos consumados tontos.
martes, 23 de octubre de 2018
lunes, 22 de octubre de 2018
sábado, 20 de octubre de 2018
jueves, 18 de octubre de 2018
martes, 16 de octubre de 2018
El Sr. Minuto
Ya es hora de decir que el Sr. Minuto es puntual hora tras hora, día con día desde el inicio oscuro de sus tiempos. Duerme entre el placer y el agotamiento en perpetua mudanza. Busca pan y vino y un poco de amor a su tiempo, que no atrapa. Con vivos y con muertos convive al unísono. Su brazo rodea la aurora como si al rodear el espacio pudiera poseer un poco de tiempo ajeno. Como el río, se pierde a deshoras. Un día se juntará con todas las horas y hablará del suelo que ha pisado. No pierde tiempo en bagatelas. Por eso el día lo alimenta con esas golondrinas imaginarias, para no morder la cáscara de silencio que tantos días han golpeado su temporal cuerpo minuto a minuto.
domingo, 14 de octubre de 2018
Octubre
No se ha roto el mes de Octubre, partido por la mitad, el norte nunca estuvo tan cerca con sur. El vientre del océano con el pecho azul es la república de los manantiales. Octubre todavía crecerá, y golpeará con su pezuña el orgullo de los días que se tambalean todo el año.
En esta orilla de Oporto, retomo el alga verde del calendario.