Ahora que nos enteramos que la trompada
golpea la débil linde de la libre travesía, los pies vacilan densos y reanudan
su trasiego en las ventanas del próximo verano o al cuarto vecino de la intemperie.
En la vigilia, el sol se prepara con la palabra luz, para darnos asilo.
Sergio, se dice que en marzo la veleta no permanece quieta así que deseemos que nuestra marcha lleve esa misma imparable cadencia.
ResponderBorrarUn abrazo.
Alicia un gusto saludarte en este marzo que se mueve.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo.