sábado, 29 de junio de 2019

Por un minuto


Se miraron frente a frente como si en sus caratulas el tiempo no jugase con sus multiplicados deseos. Inundados por la desmemoria se reprochan la fugacidad de sus juramentos.

viernes, 28 de junio de 2019

Juicio común


Ese día todos estábamos alrededor de ella. Sin decir una sola palabra se podía leer entre líneas: la culpa es jugosamente colorada. 

jueves, 27 de junio de 2019

Venta para el aire de verano


Al tirar la cuerda se montó en el viento. Abrió los ojos y los alzó al cielo. Cuánta claridad allá arriba con tanta luz en ese llano. En ese sopor gira como cometa inmortal. Abajo la tierra, las pisadas, las miradas filosas y esos tambores rabiosos anclados en el polvo. Los siglos se rompen porque el vuelo es la chispa del incendio.
Se vende manual básico para armar su papalote y pueda bañarse en luz solar. Interesados salir al alba. Mansamente.

miércoles, 26 de junio de 2019

Cuello abajo


El cuello se le vino abajo. Ni anudarse la corbata, ni enredarse en la bufanda pudo desde entonces. Que una tortícolis intelectual lo derrumbó. Sus hombros no aguantaron el peso. Su nariz pegada al piso tuvo que tolerar los olores; las hediondas heridas de la humillación.
Los cambios de paradigmas dicen los teóricos, la pendejada, dice su madre, lo tienen cuello abajo.
Si alguno de ustedes sabe de alguna pomada o lectura que pueda recuperar esa altivez teórica que lo distinguía, no la guarden, sean generosos que la transformación no levanta cabeza.

lunes, 24 de junio de 2019

Dando tiempo al tiempo


Fueron dos tiempos contiguos que se amaron sin importar las diferencias de carátulas y la posición de sus manecillas. Sin embargo, como suele pasar, el tiempo empeoró y decidieron detener su tic tac como si fuera un pasatiempo fácil de lograr.

viernes, 21 de junio de 2019

La terca morsa


Dice la morsa que se quería casar. El pulpo meditabundo le advirtió que había muchas viudas marineras. Que lo pensara bien.
La morsa enamorada buscaba una barca para dar la vuelta con su amada porque no sabía nadar. Arpones de fina punta doblaron su padecer.
Ni el canto de la sirena ni la advertencia del pulpo pudieron disuadir la terquedad amatoria.
La barca navega con pescadores cantando a otros amores que los esperan en tierra.
La mañana -se me olvidaba decirles- estaba fría como es costumbre en la mar.


miércoles, 19 de junio de 2019

El Trío Asonante para violoncello, arpa y piano opus 32 en La



Estrenado en Austria, en su capital Viena, cuando esta pertenecía al Sacro Imperio Romano Germánico. El Trío Asonante para violoncello, arpa y piano opus 32 en La, encargado por el Conde Martz, tuvo una mediana acogida a causa de su disonancia, a pesar de que el Conde Martz, puntualizó que este trío debería ser de tal modo extravagante que ese fuera la razón de su futuro éxito.
Se dice, en los anales musicales de Viena que fue el propio Conde el compositor de la obra y no como quiso difundir la autoría al mismísimo Franz Joseph Haydn.
El Trío ahora se interpreta como una curiosidad sonora que ya preludia ciertas armonías propias de Gershwin.
Si bien es cierto que ejerce a lo largo de sus tres movimientos una tonalidad dominante, sus variaciones la hacen precursora de esa espontaneidad melódica tan gustada en Gershwin.
En honor a la verdad, tengo que decirles que la teoría básica del trío, que consiste en decir que el oído puede discernir sonidos armoniosos y disonantes sin tener consciencia de que existan o porque son aprendidos por condicionamiento, tales cualidades acústicas, no me convencen.
Resumiendo y concluyendo: el Trío Asonante para violoncello, arpa y piano opus 32 en La, no es de mi agrado.

lunes, 17 de junio de 2019

Ángel extraviado


Sorprendido por una nube vegetal. El ángel abrió los ojos y en su pura mirada creció la imagen de las ciudades secas, pulidas por los dientes de los ciudadanos. Atrás quedó el árbol de turquesa, el cauce de los cielos. Quiso volver al punto de partida, pero el cruce de caminos era irreconocible, el arriba y abajo ya no tiene sentido. Un mundo ya de vértigo en un remolino verde, girando, girando interminable.
El Ángel extraviado. Ni la estrella del maguey, ni el resplandor del sol entre las hojas le daban ruta. Sólo el sapo verde venenoso, príncipe del estanque, lo espera para decirle que ahora las alas ya no tienen sentido. Ahora el latido anfibio dominará al mundo.
Díganme, que hacemos, ustedes que viven con los ojos abiertos, que se reconocen en las palabras. Qué le digo al Ángel extraviado. 


jueves, 13 de junio de 2019

Entretiempo


Al mismo tiempo los ecos de todos en la frente respirando claridades, cabelleras remotas, cuerpos olientes y ese aire roto de los destinos. 
¿Quien tiene otro polvo entre sus horas? 

miércoles, 12 de junio de 2019

El secreto de la verde luna


La luna verde les salió al encuentro, su imperio de reflejos los dejó llenos de miedo. Habían ido en busca de la encina milenaria. Como un racimo de aire en sus nucas tuvieron la sensación de que una mano verde les apretaba. El bosque, íntimo, deliraba. Cada vez más noche, en lo oscuro, sus pasos crepitan. Los troncos soñolientos los confundían. Sus nombres: Juan, Joaquín, Jacinto; jadeaban juntos, como si sus jotas fueran la identidad de sus almas.
Dicen que fueron comidos por el sexo de la dama huasteca. La luna cada vez más verde está desnuda, lacia como a la salida del baño.
Si caminas en busca de la luna verde, porque te parece atractiva, ten cuidado, que la Dama Huasteca, crece como su vientre a la mitad del camino. 

sábado, 8 de junio de 2019

Torpeza


Su voz era un tejido áspero, altisonante que nunca supo entonarse a las circunstancias. Ahora caigo que una soga pende esperando nuestro cuello, por eso sigo la tonada de ese canon eterno de la inhalación.
La voz del ahorcado me persigue. Mi mano tiembla, no logra hacer el nudo exacto a la medida de mi cuello.

viernes, 7 de junio de 2019

Sin prejuicios


Ella se miró al espejo y se trago su imagen. Sin crueldad, se partió el corazón para que su cara pudiera tener un mañana.


jueves, 6 de junio de 2019

Aquí entre nos


Todo se ve y se deja de ver. Atados con hilos secos prontos a quebrar, sus recuerdos avanzan como ceniza removida. Tengo que contar que muchas voces lo llaman. Todo se resume en unas cuantas imágenes: su cuello esbelto, su cabello rizado, su nariz ancha; esa voz de mosca que nunca acaba de posarse. Su historia es pegajosa como un ritual. El zumbido de mosca no para, por eso cansa estar con él. Es mi primo, dicen que es un filtro de mis huesos, un latido de mi sangre, pero es un desencuentro permanente, una derrota. Es frustrante saber que algo de él está en ti.
Le escribo ahora, ya cuando las esquinas de su cuarto están vacías. Y ya son naranjas y verdes sus cenizas. Otras moscas, las verdaderas, deambulan alrededor de esta luz de vela, de este musgo que va creciendo entre nosotros. 
Como si pudiera alejarme, le escribo estas líneas que nunca escuchará como nunca sabrá del ángel que guardó su madre en un sobre y que le daría cuando cumpliera los cuarenta. 
Podría inventar otras palabras, menos cenicientas, pero es inútil guardar entre dientes ese trébol de la suerte que llevabas en el bolsillo.
Entre una orilla y otra todo se ve y se deja de ver. Te dejo el aliento de estas palabras. Sólo eso, una huella en tu cuerpo vacío.

miércoles, 5 de junio de 2019

La Matilde fruta


Tan seguras, sin altanería, las frutas sobre la mesa en la noche azul se aferran a la dulzura que proviene de su forma. Sí, su forma es esencial para su contenido, lo sabe la manzana y lo intuye la pera, por eso Matilde, pone el reloj de pared a la misma hora, para coordinar el bienestar de una buena mesa, esto es, el equilibrio del espacio con el tumulto de los sabores.
Matilde, con el cuchillo escondido entre sus ropas, sacrifica a una de ellas. Es entonces que todo se detiene. Las frutas posan, seguras, como si esperaran que el pintor que las pintara pudiera captar toda su alegría planetaria. Matilde, recuerda a Pellicer, y se llena los poros de color todas las noches a la misma hora.

martes, 4 de junio de 2019


Don Manuel, seminarista probo, frustrado y célibe, logró amasar cuantiosa fortuna. Preocupado por ella, sin tener herederos y con la edad avanzada en sus talones pensó que debía casarse y zanjar con primogénito su desventura. 
Después de consultar a su médico de cabecera, éste lo convenció de aplicar el remedio -ya probado en casos similares- y que fortalecería su férrea voluntad de la procreación. Debía de beber, para vigorizarse, leche materna. Doña Ana fue la encargada de procurar los primeros amamantos. 
Tanto se aficionó don Manuel al pecho que el dispendio lácteo le causó una merma a su caudal, tan significativa, que cuando murió -sin descendencia- sólo dió para dos misas en su recuerdo.

sábado, 1 de junio de 2019

Junio



Junio dejará una ardua lección y un amigo sonriente de humanidades severas como el cielo desigual de todos los días. El mundo virginal llegará a madurar los frutos verdes. Dejemos la máscara en el ropero. No llores.