viernes, 6 de mayo de 2016

El Sr. de la Puerta


En su reposo se reconoce y su tropo queda intensamente enardecido, como si la oquedad de la entrada sea la misma oquedad de la salida. Su presencia se oculta al ojo y se demuestra en taco. Su conciencia, fofa para los estudiosos de la conducta es estatua venerada por los que saben que les ha nacido una puerta cuando la madurez de su edad les daba la fertilidad. Así le ocurrió al Sr. de la Puerta. Un día, en que se fraguo su gozo, una puerta le creció como si hubiese una respuesta después de tanto extravío. 
El único problema es encontrar la llave para saber si el otro lado es igual o distinto o, si es estéril la imagen de la puertas que aparecen. El tesón es el remedio, aunque su sabor sea tan amargo como aquella agua que ya no es metáfora de nada.