miércoles, 15 de agosto de 2012

Los bebedores




Los bebedores solitarios tienen a veces un manojo de palabras que nombran las mismas cosas con la turbulencia del desaliento o el incendio de la revelación.

- No decapites la luz -me gritó.

- ¿Cómo?  

- Que te quites, que mi día no acaba nunca. Mi cuerpo es una cosecha de reflejos. Soy como el relámpago de la hierba. En mi ombligo se mueve el universo y a la vez es la fosa donde expira. Yo soy la lesión destilada de todos los hombres.

A veces los bebedores caminan las calles como si fueran libros. Procaces, chupan ese dulce entre ácidas miradas y desgranadas risitas condueñas.

Sergio Astorga

Tinta/ papel.