lunes, 15 de febrero de 2016

A guisa de destino


- Para la suerte, se dijo. Se metió en la mochila esa laminita de corteza del árbol más querido de su calle. 
- Por si no te vuelvo a ver, se resignó.

Y fue verdad, nunca regresó. No por falta de apego y, la ingratitud no era lo suyo. Fue esa maldita sensación de sentirse refugiado a donde llegase.

- Cuando menos mi memoria tiene hambre de futuro, se dijo al entrar a la estación más frágil del año.