lunes, 26 de abril de 2021

El pijama



Encontrar la salida es una cuestión de suerte y de garbo. No es por amar o por odiar. Simplemente es acomodarse la grandeza con la pequeñez del pañuelo. Así resultó el noble bruto Claudio. Nunca blasfemó su destino. Con los ojos locos de dicha o de inconsciencia se bebió los días. En la calle de la Cruz departamento 4 pasó 40 años de su vida siempre con ganas de vivir. Nunca se violó por las pedradas habituales. Tú y yo lo sabemos, nuestras cabezas partidas lo atestiguan. Claudio era bueno, y no debía. Él no era triste como tú y yo. Sufría sin querer, sin cubre. Era un feliz sin causa. Por sí mismo, como esas aves que cantan por cantar. Sucediese lo que sucediese, impertérrito, como un bruto noble, como el vino que calma a los sicarios. ¿Será tan fácil encender el fósforo de la complacencia? Yo le pregunté, ¿recuerdas?

- Claudio, ¿nunca pierdes la compostura?
- Todavía no. Cuando vea la salida no me escapo.

Sangró del abdomen. Vimos como sus ojos quedaron invisibles. La pena nos paraliza, nos aleja más, si es posible, de las ganas de seguir. Nos han quedado sus zapatos vacantes y el pijama en la mesita de noche acomodada, bien limpia.