miércoles, 24 de febrero de 2016

Instante colegiado



Hay lugares que se quedan fijos en nuestro ánimo aunque sabemos que el colegio no es un lugar único. Al inicio del día, ascendemos como rama niña y en nuestra frente hay un espejo subterráneo que nos dice que tal vez, encontremos lo que queremos ser cuando seamos grandes o pequeños según acumulemos polvo en los zapatos. Se abre un espacio que dura hasta que se nos hace noche. No podemos negar que existe un resplandor que nos cubre y esa sustancia de luz es el rito que nos mantiene solidarios cuando encontramos las escaleras de cualquier colegio. Aprender es la única asignatura pendiente. Repasar, es la otra.

Fotografía: Escadas do Colégio, Porto, Portugal.