domingo, 17 de septiembre de 2017

Un par de ojos


Las cicatrices de un ciudad dejan ver el zumbido de las vidas pasadas. El vacío de un resplandor. No entrar es el signo que aparece y no desenterrar ese palpitar arruinado. Nuestros cuerpos huyen de esos otros cuerpos que habitaron recámaras y balcones. En el tránsito de una calle a otra ya no sabemos qué nos espera a la vuelta de la esquina. Un monumento o, la fría sensación del caminante que sólo habita con sus ojos, nunca con su cuerpo los espacios. 
Siempre hay un puente de tiempo, un círculo, que nos une lacónicos, a los habitantes de las otras casas fracasadas. Como ventrílocuos reproducimos sus sonidos sin cansancio.

Fotografía: pelas ruas do Porto, Portugal.