miércoles, 13 de mayo de 2020

El tlacuache


Resistente al veneno de serpientes, con su hocico de fagot husmea todo, y no le pide nada a nadie. Come todo lo que encuentra y como buen marsupial saluda sin resentimiento sesenta millones de historia. Habita en templados y tropicales ambientes. Cegatón de nacimiento confunde a su crias con niños recién nacidos y los mete a su bolsa. Los amamanta hasta que por el olor se da cuenta y los tira, por eso la gente dice que son ruines y amenazan a sus hijos desobedientes, advirtiendo que si siguen en ese tono se los llevará el tlacuache.
Con malas artes se le confunde con ratas adultas pero no transmiten la rabia y son inofensivos y si se sienten amenazados se hace el muertito para que se conduelan. En realidad son actores de la tragicomedia y pueden ser excelente compañía. Con su habilidosos cinco dedos de sus cuatro patas construyen sus madrigueras fácilmente, no padecen insomnio y sus ronquidos se fagotizan dulcemente graves.
Es una pena que su fealdad reforzada por sus pelos hirsutos lo confine al lugar de los cachivaches faunísticos y si no lo queremos de compañía silvestre, puede mitigar el hambre ya que el que ha comido su carne dice que es rica como la del pollo. Por si fuera poco es el Prometeo mexicano.