Que manía tiene tan extraña. Cuando pasa una palabra de su agrado, en cualquier momento interrumpe sus tareas, hasta las más importantes, para apañarla, y no es que fuera filólogo o literato, sólo era un apreciador de palabras que guarda en gavetas, él, es una gaveta. Están en desorden. Sólo las toma: las picantes, las regordetas, las vulgares, las emperifolladas, las folladoras, no hay sonoridad que no tenga su atención y codicia. Toda su casa inundada de peso, de vigor y todo su presente, lo sabe, pende de la memoria que poco a poco va perdiendo. Tal vez, en la luz perla de esta tarde, la fiebre de un abrazo pueda ayudarle a recuperar la palabra mujer que tanto gusta.
363. De antología III - "Mujeres minicuentistas" (2)
-
Editora invitada: Lilian Caicedo O.Feroz Paz Monserrat Revillo (España)
En el pueblo no se habla de otra cosa que de la preocupante plaga de
Caperucit...
Hace 1 día.