lunes, 16 de febrero de 2015

El yemoso


Salido del huevo original. Sin prejuicios por las teorías inhóspitas que tratan de su origen, él se sabe provinciano, cantado por poetas menores y representado por dibujantes sin escuela pero con oficio. La inmovilidad es su grandeza. Sometido al sol, envuelto por miles de asechanzas, emerge parsimonioso envuelto en sí mismo. Todo aquel que ha visto libros ilustrados sabe que el Cóndor lo envidia; el Basilisco lo maldice y el jilguero lo arremeda. Algunos hombres han ensayado su captura y él, astuto como Aquiles, se disfraza de ave de corral para confundir la maledicencia de los humanos. Su idioma esta hecho de silbidos, es testigo de la primera flauta y reconoce el lugar donde hubo fuego. En él se reúnen el aire, el vuelo y el combate. Su cuerpo es la yema y la luz, su clara.

Mixta/papel