jueves, 15 de abril de 2010

Matilde

Matilde buscaba en su memoria el primer encuentro amoroso. Fue en los tiempos en que los espejos se hincharon y sus tobillos padecieron las alturas de sus zapatillas.

-Te acompaño? -pensamientos de humo en su recuerdo.
-Te puedo ver mañana? - grano de fuego en su oído.

El porvenir es el hijo predilecto de la indecisión y ella lo acarició santamente hasta que las ojeras turbaron su semblante. Sensual, dejaba llenar su cuarto de futuros.

-Cásate conmigo- melodía de luna en su almohada.
-Sin ti no hay vida- enorme cónclave de dudas.

Acodada al balcón, una aguja pincha su pecho y su mundo se suspende en sombra, nunca más dejará llegar un puño de palabras estrellarse en su cara.
Sergio Astorga

Tinta/china 20 x 30 cm.