Con la manía de perseguir su curvatura en las tardes frescas, el círculo se llena de inquietos bichos amorosos. Se escuchan los arrumacos como gotas sordas y huecas. Se abrazan, y de sus pómulos se logra ver el encarnado resplandor y ese fino liquido caudal del apareamiento. Hay un poco de rito solar, por lo caliente del júbilo y la descomposición de las ganas. Dentro del circulo se rinde el labio y las convulsiones subterráneas se coagulan de entraña y se disipan en el beso. El rojo los circunda y parece que la pesuña es hospitalaria cuando la desnudez reposa. Como escudo para el olvido la penetración se aterra en la humedad del círculo y es fértil el giro y es rotundo el regazo de las esferas. No hay titubeos cuando dos bichos se aman en círculos. Curvos y errantes se circundan.
363. De antología III - "Mujeres minicuentistas" (2)
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Editora invitada: Lilian Caicedo O.Feroz Paz Monserrat Revillo (España)
En el pueblo no se habla de otra cosa que de la preocupante plaga de
Caperucit...
Hace 1 día.