viernes, 8 de noviembre de 2013

Ánfora mundana


Los viernes le llegaba una sensatez que todos agradecíamos. Sin adivinarlo, dejaba en la sombra esas formas del regaño. Durante la semana el vinagre y el ajo dilataban su imperio.

Se recogía el pelo como si fuera una pelotita colgada en su nuca. Era en verdad un párrafo de dicha. Su semblante vertía frescor y en su caminar se sancochaba la abundancia.
No sabíamos la razón del porqué, durante la semana, la amargura se pegaba a su piel como una chinche sibarita.  

Los que la conocieron desde niña, decían que ese estado de fiereza se debía de cuando un tipo, se enclavó en su memoria y en su habitación. Todos sabían, quien era, pero todos callaron. Otros, menos apegados a la rutina diaria, describían ese estado como el necesario escenario  para el surgimiento de la explosión  creativa.

Serán peras o serán manzana, pero los viernes, la mundanidad encarna y la querencia hierbe.


*Nota intempestiva: Apuntan, los que gustan del cuento breve, que estos reflujos de forma vienen desde la antigüedad, cuando venus vertía su lujosa ánfora.

Sergio Astorga acuarela/papel 25 x 25 cm.