martes, 2 de noviembre de 2010

Cabellera larga, muerte corta.

Al alba, ya sin estrellas
su edificio se alargaba.
Cadera de bailarina
en la azotea quedaba.

Su rostro de pergamino
glorioso, hoy abatido,
peina su crencha dorada
bajo la luna floreada.

Espigado olor de nardo
de su cráneo se destila
y en su sepultura queda
el peine de su nodriza.

De su frente a su cintura
manaba el pelo manaba.
Escapar de las alturas
su pensamiento alardeaba.

Poco valió su escarcha,
su cabellera adorada,
la muerte con su tijera
con su pelo ya bordaba.

Calvos y calvas no lloran,
afirman que a la guadaña
le importa poco o nada
la calavera peinada.
Sergio Astorga

Acuarela/papel 20 x 5 cm.
* El Abarrote no olvida el Día de Muertos.