martes, 31 de marzo de 2020

Bebe incomprendido


Una enorme pedrada estuvo a punto de darle fin. No sabían que no era ratón, había un vacío en las manos que apedreaba. No es lagartija, amigos, ni tampoco cocodrilo; ni tampoco vino del desierto. Es un dinosaurio bebe, con apenas meses, no sabe defenderse, sus 48 colmillos son de leche. 
Hace mucho tiempo creció como broma de niños ilustres. Nació como una víspera, su destino tuvo gloria, epopeyas triunfales en los castillos, estandartes lujosos con sus figura. Ese tiempo ha pasado. Les ruego que no avienten piedras. No se burlen, que no es ratón ni cocodrilo, es sólo un bebe de dinosaurio que se extravió al abrir el libro de las adivinaciones.

lunes, 30 de marzo de 2020

Embocadura


Cruzar la reja para desandar la partida sigue siendo la mejor manera de vivir el pan de la franca vitalidad de la llegada. Hay por lo regular dos entradas, una para el huésped que nos habita y una segunda, la del vividor que sale errante para desgastar los zapatos y preguntarse luego con la linternilla del asombro si la tristeza ha salido por la misma puerta.
Así prosa la informe duda cuando en las márgenes hay un piadoso olor de hierba machacada. A veces cruzar la puerta turba
el cuerpo teórico de los recuerdos y es inconsolable el rumor que baja de los árboles. Se necesita valor para salvar la entrada.

Fotografía: Guimarães, Portugal.

domingo, 29 de marzo de 2020

Bajo el mar


Fornicar en agua marina es cosa de delfín o tal vez de lagarto o de lombriz. El ano en el jardín del amor se convierte en libre caballito marino hocico abierto. Revientan las algas y como espantajos las estrellas marinas les baja la tempestad y un Capricornio cojonea por el embudo del coral y los que cantan se ahogan como sirenas infértiles. Corren las corrientes mortales de besos con sal. Amar con el cornetín azul y el tridente con toda su comitiva de rémoras mortales. Rodantes y letales los cuernos sexuales se pegan en las branquias de los peces bola. El piropo marino lúbrico, mortal, rabudo trompetea, derrama el semen por el ojo. Algunas barcas predican con sus calderas encendidas y sus orinales dispuestos afirman que el espanto del amor es submarino.
Pongámonos el traje de neopreno y bajemos al mar para beber y danzar y si es posible montar en el erizo. 

sábado, 28 de marzo de 2020

Un hombre útil


La dignidad es silenciosa. Transpira tardes blancas de franela de un mayo de ventanal. Aquella tarde se partió la ciudad en dos. Lo amargo y lo dulce quedó deformado en la avenida Principal. Tenía una causa, por eso dejó su ciudad. Una causa es importante se decía. Él creía que el universo lo llevaba a su espalda junto a la brea, la justicia y ese afán de ser hombre útil. Esa causa le dejó exhausto, crispado y un hereje sabor a café. Fue sujeto de sí mismo hasta la última tristeza. Que más da. Hay tantas causas, tantas quejas que ya sobran. Por eso la dignidad es silenciosa, llana, como ese velador que monta guardia al rededor de su mesita hasta que suena el timbre para volver a casa. 

viernes, 27 de marzo de 2020

Dos palmeras


A los doce años cumplidos se matriculó como vividor desalentado de la palmera. Como los miles de estudiantes que se inscriben para huir a los pocos meses y encontrar un empleo simple, monótono, pero con tiempo libre para tirarse en la arena caliente, así le sucedió a Román. Se instaló en su palmera como un pájaro salvaje. Nada mudo en él a pesar de que en el año de las fiestas de San Aníbal, llegaron las muchachas con el pelo recogido y falda rebullera. Exigente y celoso no sucumbió a los ojos de Otilia, ni a sus dedos finos ni a su candente voz de ternura. Román, guardó silencio y se dejó dominar por la sombra de su palmera. Fue entonces que consideró viajar a Europa, se quiso despedir pero no encontró a nadie. Huérfano de propósito, violado de padre y encelado de madre, compró su billete de barco para París. Le preguntaron si sabía hablar francés, dijo que no. Perdió el billete y se puso a estudiar francés, hasta que conoció a Elizabeth, mulata de Santiago de Chuco. Olvidó París y al aguacero y ahora se dejan ver dos palmeras meciéndose con todo su cariño.
Así es la compañía, dicen.

jueves, 26 de marzo de 2020

Septuagésima octava columna


Algunas columnas manifiestan el sincretismo desde sus cimientos. 

Fotografía: Iglesia de San Pedro de Tiahuanaco, La Paz, Bolivia.

miércoles, 25 de marzo de 2020

El Señor T


El señor T tiene el gesto oclusivo sordo. Arrastra en su saco rojo las cenizas del vocabulario que usaba cuando en el Liceo estudiaba la axiología de la dignidad de las frases iniciadas con la T. Apreciador del coñac y de las camisas de lino, le dolía ver a su hermana llorar por una S mal vestida. Se dolía pero no podía intervenir, cada quien tiene su alfabeto y no se puede borrar de la noche a la mañana. 
Traigo a cuenta al Señor T porque hoy, al mirar mi sombrero colgado y al gato estirarse con esa hereje complacencia en la cocina, porque comprendo con esfuerzo que las letras iniciales marcan el temperamento. Él sabe que el afecto que le tengo tiene una U que lo abraza, no importa que el Señor T tenga la boca hinchada de tanta tontería.
Quién soy yo para entrometerme si soy una Ñ revolcada en un salsa de sonidos.

lunes, 23 de marzo de 2020

En ayuno

Ellos son testigos de esa araña enorme que anda convencida que sus innumerables patas tienen el consuelo de los caminos. Viajeros contumaces salían indistintamente de sus heredades. Honrados miraban el sol con nostalgia. Sus nombres: Nicolás, Conrado, Martín, Eustaquio y Fernando. Quedaron en los huesos, sus lineas les dieron la intuición del martirio. No se dolían. No eran hombres malos. Pioneros sí de la migraña del caminante, ese dolor de andar sin brújula, al encuentro virgen de las cosas. Se conocieron en el pavimento, a la hora del hambre, decir la fecha es decir siempre. No era tristeza lo suyo. Era buscar el lugar soñado, donde la cebolla no provoca lágrimas, ni el ajo mal aliento. Quieren sacudir su persona, tener dicha. Les urge encontrar, bañarse. Dan ganas de ayudarles, darles un vaso de agua, un corazón bueno o un cuchillo para que dejaran de buscar.
Se conocieron hace tiempo, en los tiempos locos. Dan ganas de acompañarlos después del desayuno.

sábado, 21 de marzo de 2020

Octogésima segunda lección


Todo encierro es una manera de encuadre.
Percibir esta realidad nos libera.

Fotografía: Desde Retoría, Porto, Portugal.

viernes, 20 de marzo de 2020

Queja en azul


Hoy me acuerdo de sus ojos. Eran un sulfato de azul, un balazo de emoción encadenada. Sí, quisiera preguntar por dónde anda. Tendría que preguntar a otros que la vieron. Que tomaron café y desayuno con ella. Quisiera tocar las puertas donde sé que anduvo. La gladiola, el silencio, el punto final. Por eso con este pregón la busco. Triste, arrugado. ¿qué estará haciendo? me pregunto. Tomo esta copa de vino y me dan ganas de tocar esa falda de satín y ese andar de caña en la zafra. Yo no sé porqué esta distancia si en septiembre tuve todo octubre entre mis noches. Si no fuese hombre también la sufriría, porque su azul pupila me llegó tan hondo que arruinó mi blanco y negro. Me hecho a la sombra y vivo el recuerdo. Me quedo quieto. Algo de humanidad presumo, tengo.
Comprendo con esfuerzo, que es indiferente contar lo que te cuento.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Enclavada


El clavo de su amor estaba en ese rincón de su cuerpo, ese que huele a olivo. Treinta metros por segundo te daba vuelta una idea que dialogaba sudorosa, mecánica: ¿cómo  sacar ese clavo?. ¿Cómo sanar de tu amado?. ¿No sabes?
Quieres llorar todo el tiempo a ojo abierto. Como si abotonaras tu camisa terminas tu día zurciendo las horas, tus documentos, el certificado que dice que cursaste la primaria con sobresaliente.
Ay de ti, desde mi tórax te digo: tira el zapato roto y no lo veles. No insistas en esa miseria de hambre. Todos estamos clavados y tenemos reloj. Mírate de perfil que la gravedad es poca y tápate el agujero con pasta de dientes.
Antes de que el sol se vaya, te digo, jala con el pulgar y el meñique, antes que se hunda en el músculo de la culpa. Es mejor oler la sangre amada.

martes, 17 de marzo de 2020

Encuentro bronceado


A las ocho de la mañana en un mar ácido, como ácaro hambriento el viento se llevaba el resto de la cauda desde la ingle. La tarascada fue bárbara. Inaudita porque ella, experta nadadora no se dio cuenta de esa sigilosa corriente matinal. El Cachalote experto en sirenas vírgenes, sabía que la violencia no tiene dignidad, le dio la dentellada certera. Le quitó la gana de vivir y ese afán de cantar a brasa viva.
Si no fuera amada nadie tendría una palabra de consuelo. Al saberse la noticia, miles de sobrevivientes de su canto benigno construyeron la fuente donde vive bronceada con su cauda partida. 
Estremecido, hoy he pasado para darle mis respetos, sordo a la cordura.

martes, 10 de marzo de 2020

Puericia. Octogésima séptima lección


Algunos niños todavía se sientan en los frontones a platicarse historias de encantamiento.

Fotografía: Oporto,Portugal.

sábado, 7 de marzo de 2020

Octogésima sexta lección. Horror al vacío


Las autoridades repintan, gustan del minimalismo, en cambio, la juventud disidente gusta del barroco.

Fotografía: Porto, Portugal.

domingo, 1 de marzo de 2020

Marzo

Escondido como una señal o una fecha cálida entre el aire frío se encuentra marzo. Como una medida que se dibuja y se borra a toda ora renace fuera de ti, con esos lazos que nos unen como lectores; con la levedad de la hoja de papel en blanco.