La puesta en escena prende fuego de oro y plata en los lomos del primer actor. Injerto de bravura pisa la arena dura y de rodillas el rayo de grana deja gloria tras su bufido de percal en su frente lidiadora. Somos clarines en bandadas convirtiendo en banderola el valor de limón y canela. Sanguinarios como todos nuestros días, la mora lidia con la sombra el sudor de la gracia. El primer acto gladiador nos recuerda la crudeza del nacido sin oro y plata, sólo el llanto en carrusel. Eso nos cautiva. Ese ruedo de luna girando con la alegoría del que se quita el sombrero en el segundo acto. La espada apaga los faroles y los jinetes ya no suben al monte. El aplauso corona el último acto como si la verbena de voces entrara de puntillas por la puerta partiendo plaza, traspasado.
TARJETA NAVIDEÑA
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El domingo estaba paseando por el parque Lo Morant cuando vi a una mujer
sentada a la sombra de un ficus. Apoyaba la espalda en el tronco, lucía
unos casco...
Hace 5 días.


