Algo se incendió cuando el reloj paró. Después de dos semanas una leve llama sigue encendida. Nunca tendremos la serenidad de apagarla. Cerramos puertas y ventanas. No queremos viento ni  miradas frías. Nos hemos mudado todos al pasillo y nos turnamos para vigilar la llama. 
El encierro nos está matando.  

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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