martes, 8 de septiembre de 2009

Así fue que me contaron


Como virtud de aire, así llego. Como ungüento vivo. Como la neblina. Como prodigio. Así se lleno el vuelo de signos.
Así, en el corazón del árbol, cuando la tierra estaba hundida en agua y sólo en los bejucos se encontraban las hormigas.

Allí hicieron sus nidos y comenzaron a pensar para que variadas razones invocaran de nuevo el nombre justo de las cosas.
Luego probaron varias lenguas como ecos, pero era mucha la confusión y comenzaron de nuevo a probar sonidos que alimentaran el sentido en los oídos.

Trece veces sobrevoló el búho la piedra y encontró la semilla y comenzó todo, nadie sabe cuándo, pero la palabra creció desde ese entonces.

Así creció, como mazorca amarilla y mazorca blanca, la letra que concibió las cosas como suyas. Como se sopla en el espejo, así se fue extendiendo su mirada y tuvieron nombre el cielo y la tierra, y el humo del copal esparció la noticia.

Cuando veas un árbol caído, busca sus raíces y raspa con la pluma para que salga la resina asexuada, para que la untes en tus manos y seas digno pasante de lo que está cerca y de lo que está lejos y puedas contar el tiempo al compás de sus voces y andes siempre con el cuerpo erguido.

Así fue que me contaron.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm