martes, 29 de septiembre de 2009

Otoño


Voy a ser tarde con el otoño;
tostados amarillos bordaran
los horizontes, y los castaños
caminaran por la ventana
para dejar los corazones tibios.

Kukulcan ya baja la pirámide:
serpiente entre la luz que vuelve siempre.

Que tengas un otoño de dulces
sentimientos,
que no basta
enmendar al mundo con ideas.

Sergio Astorga
Acuarela/papel 38 x 56 cm

jueves, 24 de septiembre de 2009

Gateando

Los félidos han salido traviesos de los redondeles mentales y han llegado fieros a nuestro amaestrado asombro. Llegaron en banda como predestinados a pintarse solos.
La elegancia termina en su cuerpo y de sus bigotes la cara del misterio se relame y se desentume bajo la dilatación de sus ojos.

¿Quién puede sostener la mirada del gato, mirarlo con fijeza?

Callejeros de templos y ciudades súbitamente maúllan carnalidades sin sentido.
Gato bodeguero, gato con botas, gato faraónico, gato Félix, gato montés, gato Ramón, gato entumido, gato proceloso, gato turbio, gato frívolo, gato compañía, gato acecino, gato envenenado, gato luna, gato jazz, ocelote: mancha solar de sienes hinchadas; púber en tu tesoro no tienes dueño, tu selva detenida, tu solitario divagar es la claridad que quiero junto a tu garra por los ríos de sangre y migrar entre los gritos del sapo, envuelto en el machete que troza la luz.
Todos los gatos deletrean el punto ciego, la isla del miedo, la pisada solitaria y la tortura invisible de ser mirado con desdén.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Letras de Chile

Hay un Ojo Travieso, danzante, con la misma sed de nacer al sonar de las campanas, donde los huéspedes son devorados en las fauces de la vista.

Con la ráfaga de Santiago surcando geografías y su banquete generoso: Letras de Chile y Lilian Elphick tuvieron el arrojo de publicar cuatro textos de estos Antojos.

Mi oda es transparente y del archipiélago de mis venas la frescura de la gratitud ya está llegando al sur del continente.

Un abrazo “con mi razón apenas”
Sergio Astorga

Tinta / acuarela/collage 20 x 30 cm.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Caballo Troyo

Naci de yegua recelosa y no adivino a donde voy. Enajenado de los agros, al hundir la herradura, un respiro de animal ajeno me subió por las orejas.
De mis anchas ancas mi voluntad al trote. La cólera huye en el afán exhalado del jinete. Bronca cara de mis piernas ágiles, no hay piedad ni espanto cuando se cimbra la tierra domada desde Creta.


Alguien me llama, rastrea la cola de triunfos y al cincho las hijas de pastores trenzan al tiempo con hilo de cáñamo.


Alguien aborta el polvo en mi espinazo y todo el coro ensaya la historia que me falta.


Alguien se arriesga entre los flancos y de las torres los alaridos inacabables hacen temblar el freno de mi hocico.


Desolado entre la unánime guerra, los náufragos pisan tierra para darme azúcar que allane el deshonor.


Al sobresalto galopo intruso por llanura. El sacrificio del centauro cabrita al sol y un azote viento reclama con sus fauces.


Bajo los siete días celestiales, la memoria épica que monto, me deja un gemelo de madera que incendia los muros de derrota.


Naci Troyo, y un animal ajeno a mi grupa se ha montado.

Sergio Astorga


Tinta china/papel 20 x30 cm

martes, 8 de septiembre de 2009

Así fue que me contaron


Como virtud de aire, así llego. Como ungüento vivo. Como la neblina. Como prodigio. Así se lleno el vuelo de signos.
Así, en el corazón del árbol, cuando la tierra estaba hundida en agua y sólo en los bejucos se encontraban las hormigas.

Allí hicieron sus nidos y comenzaron a pensar para que variadas razones invocaran de nuevo el nombre justo de las cosas.
Luego probaron varias lenguas como ecos, pero era mucha la confusión y comenzaron de nuevo a probar sonidos que alimentaran el sentido en los oídos.

Trece veces sobrevoló el búho la piedra y encontró la semilla y comenzó todo, nadie sabe cuándo, pero la palabra creció desde ese entonces.

Así creció, como mazorca amarilla y mazorca blanca, la letra que concibió las cosas como suyas. Como se sopla en el espejo, así se fue extendiendo su mirada y tuvieron nombre el cielo y la tierra, y el humo del copal esparció la noticia.

Cuando veas un árbol caído, busca sus raíces y raspa con la pluma para que salga la resina asexuada, para que la untes en tus manos y seas digno pasante de lo que está cerca y de lo que está lejos y puedas contar el tiempo al compás de sus voces y andes siempre con el cuerpo erguido.

Así fue que me contaron.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm