martes, 17 de marzo de 2020

Encuentro bronceado


A las ocho de la mañana en un mar ácido, como ácaro hambriento el viento se llevaba el resto de la cauda desde la ingle. La tarascada fue bárbara. Inaudita porque ella, experta nadadora no se dio cuenta de esa sigilosa corriente matinal. El Cachalote experto en sirenas vírgenes, sabía que la violencia no tiene dignidad, le dio la dentellada certera. Le quitó la gana de vivir y ese afán de cantar a brasa viva.
Si no fuera amada nadie tendría una palabra de consuelo. Al saberse la noticia, miles de sobrevivientes de su canto benigno construyeron la fuente donde vive bronceada con su cauda partida. 
Estremecido, hoy he pasado para darle mis respetos, sordo a la cordura.