sábado, 27 de septiembre de 2014

La desconfiada



- ¿Soy bella?
- Eres.
- ¿Me veo bien?
- Mucho.
- ¿No te parece que el violeta me queda bien?
- Desde luego.
- ¿No te parece que me veo gorda?
- Claro que no.
- Dime la verdad. ¿Te parezco bella?
- Sin duda.
- ¿Porqué no me miras?
- Lo hago.
- Mientes, sólo lo dices por decir. No te has dado cuenta que esta camisa tiene una mancha de café aquí en la manga. 
- No me di cuenta.
- Nunca ves nada. Mejor no me ayudes.
- Bueno.

Tinta/papel

viernes, 26 de septiembre de 2014

Mañana en oros


La huella del sol parpadea en la corriente y el arca eólica aleja de la orilla la prisa diaria. La sierra del Pilar testifica el paso del río solitario y una amarillo de Nápoles parece pintarse en el cielo imitando a Canaletto.

Hay una vaga sensación pacífica de nombrar las atmósferas con nombres de mujer. Se perfuman con la brisa los chillidos de gaviotas y la tristeza finge estar tranquila.

Caminar en la marginal del río es como libar tu propio vino y atontado por ello, soltar las amarras del oído para escuchar esas ninfas que pasan nadando en oros.

Para los tránsitos futuros, me digo, no hay como mojar la vista de mañana por el Douro, en ayuno de sombras y presagios.

Vista del Douro desde Vila Nova de Gaia, Portugal.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Astorieta


Dicen que la Astorieta, disuelve el clima de menta que produce nuestro propio abismo o imagen. Esto es, porque la Astorieta espía desde época remota, cuando lo ídolos representaban una aspiración ética.

Entre el espejo humeante (Tezcatlipoca) y el Narciso, hay una línea de tiempo de incisivos dardos. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ella cambia


El cielo de agua espera ser tragado por la anémona metálica que se mece al viento con una suavidad transparente. El mar a su vera, duerme la siesta temporaria. La vista se entretiene dando círculos concentricos para uncirse a la circunferencia. Como no hay fronteras nunca salimos del mismo sitio no importa que fluyamos a distintas velocidades. 
La tierra sigue girando frenética y sola en el universo conocido mientras las redes de la anémona se sostienen pescando sonidos que pasan sin quedarse. 
Mañana volveremos a filtrar en nuestra memoria la imagen que rompimos. Al fin de cuentas, el asombro es una palabra que nunca acaba.

Escultura de Janet Echelman llamada “She Changes”, popularmente conocida como Anémona. Praça Cidade S. Salvador, Matosinhos, Portugal

lunes, 22 de septiembre de 2014

El brindis


Todos esperaban el momento de levantar sus copas. La transparencia de la margarita, contrastaba con la hoguera sedienta de gargantas. No se sabía si eran las ganas de olvidar o demente vaticinio lo que se marcaba en todos los rostros como sonrisa.
Siendo las siete en punto se alzó una voz ahogada de tristeza que fue cayendo como hoja desprendida de un viejo almanaque. Brindo, dijo al fin, por la renovada importancia del espejo; la horizontal trazada por la fina punta del lápiz y la improvisada sensación de ser planeta. 

Todos libaron en silencio, compartiendo una callada convicción: esta es la última, y no vamos. 


Tinta/papel 

sábado, 20 de septiembre de 2014

Dialogo en ayuno


El vino le dijo a la fruta 

-¿Congeniamos?
-Ni lo pienses.Te huele la boca.
-Tu no sabes de dioses.
-Los adioses son mas perdurables.

Díptico acuarela/papel

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Distancia en suspenso


Desde lo alto del barrio de Alfama el ojos trastabilla al romperse el horizonte. Todo queda colgante como si algunas amarras imaginarias y tristes pudieran detener la imagen. En lo alto se afianza la visión de un estrecho territorio. Si damos un paso a la izquierda o la la derecha, puede quedar descompuesta o perdida para siempre ese gajo de realidad visual. 
El río Tajo sostiene un barco como si fuera un cetáceo grande y quieto.
Medrosos y lejanos los recuerdos vuelan con ágiles alas en un bochorno que dilata la historia de un barrio, que entre sus callejuelas comprende, que el mundo se fracciona en una íntima vocación de mirar hacia dentro.

El aire finge moverse al compás de un fado:

Coração que vives triste
Vive alegre se puderes
Olha que por andares triste
Não alcanças o que queres

Hay lugares donde la melancolía no tiene equivoco. El espacio serpentea, sube, baja, se decanta; no hay espacio para la visión de panorama. 
La estancia es corta, el tránsito se congela. No hay desgaste y taciturna, la pupila sucumbe de tanta espera.

Fotografía. algún recinto en el Barrio de Alfama, Lisboa Portugal

martes, 16 de septiembre de 2014

Astorieta


En la declaración de principios se puede leer: 

*Una Astorieta es el juego de lo que no es, pero en un juego de palabras empujan a la línea a separarse de los cuerpos.

*La Astorieta desplaza la utilidad de las cosas y es la interrogación la respuesta que se observa.

* Toda Astorieta es un dibujo que medita.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Diálogo en palacio


En un parpadeo vimos como la luz se abría paso entre los siglos. La piedra se entretiene lijando los contornos, dejando que nuestros labios secos sigan buscando la respuesta. 

¿La respuesta a qué? Preguntas.


Son velocidades distintas. Te digo, me digo. Tu buscas echar uñas a todo lo que ves y yo sólo ando boqu
eando, dando vueltas en mi propio eje.

Hay un dialogo recurrente en estos ocres  o en esos grises. Hay una partitura de signos que se dilata como esa ligadura entre la blanca y la corchea. También el silencio es tenso y la respiración aprende a estar quieta.


Tus discurso no tienen sentido, concluyes.


No puedo rebatir, mas puedo decir que las columnas juegan a sostener el cuerpo de la piedra y las esquinas se rellenan de sombras o de luz. 

El trazado del mundo, tal vez, comience cuando inventamos lo que nunca vimos.

Fotografía: Paço (Palacio) dos Duques de Bragança (Guimarães) Portugal.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Astorieta


La Astorieta, es una vieja mueca de infancia interrumpida. Un furtivo viaje paternal y una turbia fiesta que huye por las ventanas abiertas.
No es de extrañar que la mala prosa nos confunda con universos viejos y metáforas de académica. Es cierto, el polvo que ha dejado el insecto de los años, mancha la turgencia del recuerdo, por eso la historieta levanta la línea por si acaso.
La Astorieta, al fin de cuentas, es una dicha de tembloroso espejo.

Última historieta publicada en la Revista Monolito en su número 13

jueves, 11 de septiembre de 2014

Benita Abreu


La mañana apretadita a su cintura, así le gustaba, no la mañana amplia, desbordante, esa que no cabía en sus hábitos de cobre. El día que no empezaba con un buen talle no valía la pena de ser vivido. Efímera, como el fondo de una botella de buen vino, era su gusto matutino. Era tónica su voz, eso no se puede negar y con tempraneros cantos de bolero o alguna aria aprendida, cuando niña con las monjas Clarisas, daban el contrapunto ideal de su carácter. Hay que decir que desde ese tiempo, su catequismo era un espectro de culpas y sensualidades que se mostraban en el uso de grandes y entalladas faldas que le llegaban hasta el huesito.
Mariposas de sangre, hinchadas, llevaba en su pecho. Siempre el preludio del nido estuvo en su consciencia y los denuedos de sus labios se apretaban hasta balbucir el cuarteto de su *Nervo,  obteniendo un viático de calma. Su vida se extendía como una ala de su sombrero, creando una bahía refinada de arenas doradas y inexpugnables castillos deshabitados. Nunca su traje halló fatiga; incorruptible, estaba atento a repasar cada una de sus lineas. El mundo de Benita Abreu contenía un sólo hemisferio, y eso tenia su encanto. Su fortuna era simple, mullida, como si en sus ojos no cupiera el disturbio, ese que todos conocemos si somos febriles. 

El prodigio era mirarla pasar como una centella pálida. Uno se imagina un volcán en llamas que en cualquier momento calcinaría los fantasmas y una lascivia, vuelta piedra, envolvería su cuello. 
En secreto, el escrúpulo de su encanto, nos deja la tentativa mortal de proferir algún saludo, aunque sepamos que lo que bien se mira nunca se aproxima.


*Amado Nervo, poeta mexicano.
 Exhalación (soneto)
"Cayó la tarde y el taimado anhelo
que noche a noche la extensión explora,
busca en vano la estrella donde mora
mi luminoso espíritu gemelo".

Sergio Astorga Mixta/papel

martes, 9 de septiembre de 2014

Estación Oriente


No sabemos bien a bien si subimos o bajamos a las catacumbas modernas. El concreto arma las penumbras para que la prisa de la llegada o la partida sean un trance decoroso. 
Una estación es eso: el lugar de la ilusión o del naufragio. Un transitar de frases interrumpidas por la súbita excitación del misterio de un presente, porque un adiós o una bienvenida palpita siempre; sensación que se niega a envejecer.  
Los gestos se convierten en besos contenidos y los abrazos se llevan en los pañuelos en blanco olvidados en el dormitorio.
Atrás quedó el olor a sal de los destinos y sólo miramos lo indefinido de la espera y clásicamente estiramos el cuello y un tenso sudor nerviosamente nos recorre la frente. Pensamos que tomar un cafe podría mitigar la distancia que nos espera, enfundados en esa soledad de piedra. Nos crece una hierba amarillenta semejante al amanecer de todos los días. Ignoramos el porqué se dilatan las horas y provocan que las imágenes, las de mayor grado de melancolía, se esparzan como ceniza a nuestro paso. El claroscuro entra en nosotros y el sentido de viaje nos deja las nauseas del que gira y gira en el andén buscando  a esa persona que fuimos antes de sentir que partimos. Construimos nuestros puertos interiores. Sacamos al otro que será bienvenido en algún lugar.  Arribar, es nuestra ancestral 
ansiedad de paraíso. Nuestros nervios se aprietan en un sólo pecho y entonces somos una cuerda elástica que teje la red salvadora. Cuando partimos y llegamos a los lugares siempre somos extranjeros. Somos distancia contenida y el tiempo pierde peso para sentir que en un periodo corto podemos pisar diferentes puntos cardinales.
Nunca quedamos curtidos, aunque sepamos el nombre de la llegada o la partida.

- ¿A dónde vamos, preguntas?

Cómo poder decir la distancia que siento. El paladar es una grieta de aventura  cada vez que subo o bajo una escalera. Me amarro a la lejanía como a un madero y las latitudes y altitudes me cantan canciones de viajes. No importa el boleto en mano.

- ¿Cuándo llegamos, intrigas?

Se me confunden los destinos y no me atrevo a decir que el apogeo del viaje es estar flotando en el no tiempo. Recorrer, sin pensar en llegar, es lo que tengo en mente, pero no quiero estrangular la certidumbre de tocar la otra orilla.

Cuando  entramos a estas catacumbas modernas, un panteísmo transborda el sentido útil  y un desprecio a la quietud nos nace como otra carnalidad que nos devora. Lúbricos,  nos aferramos al pañuelo olvidado, algo se rompe en nosotros y la velocidad hace vacío, para que el grito amigo nos penetre: buen viaje. ¡Que tengas buen viaje!

Fotografía; Estación Oriente, Lisboa, Portugal

lunes, 8 de septiembre de 2014

Astorieta


Una Astorieta es como el pan cocido en horno de leña. Se dora lentamente como los viernes después del beso. En su confrontación de mundos se confunden las sepulturas. Uno vive en el otro y el otro se mofa del otro. 

Todos saben que la línea describe, pero aveces un aire metafísico se quema en el mismo horno del pan y la línea se deslinda para que el dialogo deje sus violentas palabras que repulsan la realidad. EL desnudo siempre nos debe los blasones que se perdieron en las repúblicas.

Una Astorieta es altiva, tiene una cintura estrecha y la voluntad del códice. No si si algún tlacuilo sobreviviente quiera fraguar otro tezontle en la obsidiana del día. Por lo pronto, el baile es un disfraz que se quiebra según la pista del danzante.

Astorieta publicada en la Revista Monolito

sábado, 6 de septiembre de 2014

No es de fiar


En la tienda de enfrente de casa, José Ribeiro, dueño del Bom fin, una tienda de múltiples contenidos: desde el dobladillo para el mantón de la santa hasta una buena pala para el jardín, ha sido referencia inequívoca de la temperatura económica del barrio y si me apuran, de la ciudad. 
Don Ribeiro no se distingue por su dócil carácter. Viudo por segunda vez - dicen que tiene la mano pesada- de un tipo hablantín y coqueto, pasó a un cascarrabias mal hallado. Dueño de su fortuna no le incomodó que fuera perdiendo clientela. Primero fue perdiendo, de muerte natural, a todas las abuelas que poblaban las casas vecinas de una calle larga, tortuosa y empedrada. Ellas, marchantes del Bom fin, entraban a la tienda en compañía de sus nueras. Ahora, liberadas del yugo matriarcal, prefieren asumir sus funciones de mando y hacen sus compras en los grandes centros comerciales a las afueras de la ciudad. No obstante, cuando andan cortas de dinero van con don José a guiñarle el ojo para conseguir ya un kilo de arroz, ya el detergente para la ropa, ya la blusa estampada con flores verdes para no dejar de estrenar los fines de semana.
José Ribeiro se dejaba seducir hasta que un día la Margarida Sousa le colmo el ansia.

-Don José, me puede dar dos metros de esa tela azul. Es para el uniforme de mis sobrinos ¿sabe? están por entrar a la escuela.
- Margarida, después de todo lo que te he dado, me puedes decir José Ribeiro y punto.
- Don José, ¿y que hago con el respeto que le guardo?
- Te lo guardas. Bien sabes que podrías estar de este lado, tú y a los que llamas sobrinos. 
- Don José, yo no le he dado motivos para…
- Te los he dado yo. Un día me dices que si y otro que no. Te resuelves o aquí paramos y no hay mas tienda.
- Es usted un pesado Don José…

Margarida, contrariada y con las manos vacías, a mitad de la calle se topó literalmente con Rita.
- Margarida, que te pasa, mírate esa cara.
- Estoy fúrica. Ese José Ribeiro es un fresco. ¡Insinuarse así!.
- ¿A ti también?
- A ti casi te mantiene, Rita, pero a mí, que sólo le pido unas cuantas cositas.
- Hay que decirle a la Inés. José Ribeiro ya no es de fiar.

Fotografía: montra (escaparate) en la ciudad de Braga, Portugal.

viernes, 5 de septiembre de 2014

La gota caída


Sentenciada a no tener escapatoria. Trataba de buscar una salida. Recordó que el instante se puede prolongar si encuentra el agujero cierto. Adivinaba su decadencia; caer en una red vacía, como un otoño a la intemperie. Descendió fulgurante desgastando su humedad a cada centímetro. Sumergida en la negrura las imágenes quedaban transparentes. El frío metálico la envolvía y cada día una muerte pequeña la roía. 

Por fortuna para los sedientos, resucitaba con ese sabor a centavo, con esa angostura en el paladar del glifo.

Base de fontanario por una rua de Oporto, Portugal.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Astorieta


La Astorieta tiene como punto de enfoque la visión del migrante, esto es, tiene que reconstruir el mundo cada vez que sale a él. No hay certezas, porque habita siempre mundos posibles: del que viene, en el que se encuentra y el que construye.

La Astorieta en su dualidad: palabra-dibujo, llega a atisbar con la destreza propia del sin tierra, que la habilidad no basta para representar las múltiples voces que encuentra, la mayoría de la veces apaciguadas por la rutina.

La Astorieta siempre tiene la gabardina bajo el brazo y una maleta de mano con el abecedario y las tintas suficientes por si tiene que volver a migrar de visión.

Astorieta publicada en la Revista Monolito en su cabalístico numero 13