Del cielo el helio llegó con alma de maderas. En su pecho, un cuarteto suma notas positivas y de la tierra para arriba el diptongo de los silencios de blanca se conmueve. La energía, como florecitas, perfuman el silencio sinfónico del contraste.
Del cielo el helio llegó con alma de maderas. En su pecho, un cuarteto suma notas positivas y de la tierra para arriba el diptongo de los silencios de blanca se conmueve. La energía, como florecitas, perfuman el silencio sinfónico del contraste.