viernes, 19 de diciembre de 2008

Le doy mi palabra

Señora Angustias tengo el atrevimiento de enviarle esta carta para explicarle, no sin vergüenza, la equivocación imperdonable que cometí al confundir su impermeable con el mío. Usted habrá notado que son del mismo color y aunque el de usted es mas grande, quiero decir, mas amplio; en mejor estado, no me malinterprete, estoy un poco nervioso, sabe, tuve una semana complicada, mi esposa, bueno mi futura esposa está con problemas de alumbramientos, quiero decir, no está grávida, no, ella es electricista, creo que es la única mujer electricista que trabaja de manera independiente y esta realizando una instalación en una fabrica de juguetes, ¿usted la debe conocer? es la que tiene el osito vestido de bombero, me refiero a la fabrica, es verdad que mi mujer es un osito, una osita, no por el tamaño por supuesto, lo digo por lo tierna y mi mujer, como ya le dije no es bombera, es electricista. Sí, fue una semana difícil y por si quedarse a oscuras no fuera poco, a mí están a punto de cancelarme la cuenta bancaria y yo quedaría literalmente en un túnel que ni mi eléctrica compañera podría solucionar. En este estado de descomposición funcional me encontraba cuando tomé por error su impermeable. Lo tomé así, al impermeable, como quien entra a su casa sin pensar en el color de la puerta, fue un acto instintivo, reconozco, a veces el instinto confunde lo que tiene enfrente de las narices sólo por hábito; recuerdo que a mi hermano Wilfredo le pasó con su “juliana”, no piense mal, no hablo de su mujer, mi hermano, tan estricto, nunca iría a confundir a su esposa, la juliana es una sopa que él gustaba mucho ¿la conoce? Es una sopa que lleva verduras, papa, zanahorias, guisantes y creo que cebolla y ajo. Un día Fredo, a él le enfurecía que lo llamara así, decía que era nombre de perro con bastardía comprobada, como mi hermano ya murió y a los muertos se les puede hablar como uno quiera, que para eso se murieron, pues le cuento que Fredo un día se comió una sopa de frijoles pensando que era de verduras. Sí señora, ¿una sopa de frijoles confundirla con una de verduras? Así como le digo. Era tanta su ofuscación, la idea preconcebida, que no reconoció al comer la sopa, la diferencia entre la zanahoria y el fríjol. Justamente a mi me pasó lo mismo. Ese día llovía, como es evidente, sino para que el impermeable, cierto es, que muchas personas usan el impermeable como abrigo, para romper el viento o sentirse investigador de algo, usted puede usar a voluntad lo que se pone, que para eso es libre o ¿no?... Pero, ese día era irrebatible: llovía y en abundancia. Al salir de la conferencia, que si me permite comentarle, me fascinó, la manera de tratar el tema, y es un tema difícil “Los hábitos sexuales de los coleópteros” da para muchas suspicacias, ¿no cree?, yo no soy biólogo, ni ecologista, yo estaba esperando un taxi y como comenzó a llover, entré al edificio, y en esas estaba cuando al mirar a mi izquierda leí en un pizarrón azul “los hábitos sexuales… no alcanzaba a distinguir las otras letras, me tapaba una señora que hablaba por teléfono, si he leído que la conferencia trataba de los hábitos de los coleópteros, tal vez regreso a la lluvia. ¿A usted le interesan los hábitos voladores? Si me permite decirlo así, supongo que usted es una especialista, o tal ves sea esposa o novia o amante del conferencista, no tiene nada de malo, no estoy levantando falsos, es solamente un supuesto, usted sabe lo que es, a mi solo me toca suponer, no importa, lo que le quiero decir es que cuando escuche la frase: “…los detalles provocan mas placer que la conclusión misma”. Sentí que las puertas de la gloria se abrían. Sentí que mi vida estaba contenida en esas palabras, por eso no me percate y tomé su impermeable en lugar del mío. En mi defensa debo decirle que usted no estaba en su lugar, la silla estaba vacía, tal vez se sintió indispuesta o fue al baño, a veces no importa dar explicaciones a los hechos, los hechos son, si los coleópteros vuelan no importa saber porque no reptan, lo que quiero decirle en concreto es que en el estado de éxtasis que me provocaron esas palabras me levante de mi silla y vi un impermeable del mismo color y lo tomé. Por supuesto que no me fijé en que no era mi silla y por tanto no era mi impermeable. Al salir a la calle sentí el impermeable un poco holgado, no se ofenda, yo soy magro como un fideo, no piense que estoy haciendo referencia a algo en particular. Al llegar a casa, vivo en la avenida de los Arcos, no existe ningún arco, todo es recto y gris, así es la realidad inconclusa y contradictoria, que pudo contarle que usted no imagine mejor. Yo vivo en el numero ocho, es una casa pequeña de color verde.
Al entrar me quité el impermeable y lo arrojé al sillón, nunca me comporto así, eso de llegar y aventar la ropa es, como decirle, de mal gusto, un mal hábito, pero ese día lo hice y mire que por algo pasan las cosas, del bolsillo del impermeable cayeron unas hojas blancas escritas en letra bold de 12 puntos, Helvética, fue entonces que me di cuenta que el impermeable no era el mío, yo escribo en Futura Light, escribir en tipos helvéticos, ni soñando. Doña Angustias, ¿le puedo decir así? Lo digo en un afán de respeto, no piense que es por edad, los textos no tienen edad real solo literaria. Doña Angustias, leí lo que estaba escrito, no lo pude evitar, espero que comprenda, nunca pensé que ese texto tuviera una dirección real y que me permitiera escribirle esta carta. Lo leí sentado en este sillón en donde ahora le escribo, es un sillón muy confortable, usted se lo puede imaginar y luego confrontar, si es que algún día quiere visitarme, hay veces es mejor contar sin decir. Me parece que usted usa la segunda persona y eso le da la ventaja de que puede ser alguien que esta dentro o está fuera, puede ser un narrador que conoce o es un monólogo interior, evita usted al narrador omnisciente, que todo lo sabe y todo lo ignora. A veces contar una historia no es solucionar los conflictos, me decía mi abuela, no era propiamente mi abuela, pero como estaba sola y sin hijos decirle abuela era como justificar su vejes, ella lo sabia y le gustaba. Ella aborrecía las historias lineales me decía que los malos libros y las malas vidas don lineales, ponía de ejemplo a mi sobrina Adriana, ella si es mi sobrina verdadera, es hija de mi hermano Fredo y tiene pelo oscuro, disculpe, estoy cayendo en el mismo error, estoy contando datos que no interesan, en fin Adriana estuvo a punto de matar a su marido con un cuchillo de cocina, todos pensaron que era por que su marido la engañaba y sin embargo fue un misterio, ella sólo sabia que tuvo un acto de rabia que la marco toda su vida y esa era su historia. Un hecho que si se explica, muere. A veces el cómo es mejor que el porqué. Los lugares comunes, decía también mi abuela, son mi condena, porque estoy vieja piensan que soy amorosa y llena de nietos y soy amarga, no gusto de los niños y no tengo el cabello blanco porque me lo pinto de castaño. Espero que no le molesten mis palabras y que el texto que escribió, porque usted lo escribió, ¿verdad?. O es usted profesora de literatura y es una tarea de la escuela de uno de sus alumnos o tal vez ese texto es de su vecino y usted indiscretamente leyó. Espero que el impermeable que esta todavía en éste sillón sea suyo y si no lo es, entonces el texto tampoco es de su autoría; en verdad ya estoy confuso. De cualquier manera si usted no se llama Angustias yo ya tengo sus síntomas. Voy a enviar el impermeable, su texto (espero) y esta carta a la dirección que viene apuntada. Si no es usted quién pienso que es, le doy mi palabra que fue muy grato platicar con usted y no pierdo la ilusión de que me conteste. Palabra que si.

El impermeable
Por razones obvias no doy mi nombre.

Sergio Astorga

Tinta china/papel 20 x 30 cm