martes, 18 de septiembre de 2012

Un besito de amor


La niña huía  con el pecho apretado. Entraba en la casa corriendo, aventaba sus cuadernos y se encerraba en el baño a lavarse la cara. -¡La odio! –decía, en tanto se estregaba los labios con tal fuerza  que pronto la hinchazón era tan notoria que se sentaba en la tina a llorar.

A la salida  del colegio, su madrina con su viperina mueca, la esperaba en la puerta. De inmediato le reclamaba el beso en la mejilla: -Ya me di cuenta que a las otras les das dos besos y a mi sólo me das uno. ¿Te parece bien?, si esos zapatos tan lindos te los compré yo. Porqué no traes la camisa de holanes que te regalé. ¿No te gusta?

La niña engarrotada por el fuerte olor a sudor y por las gotas de saliva que salían disparadas de la boca de la madrina, veía la gesticulación de un rostro poseído por alguna fuerza que desconocía. El jalón que sintió de su brazo la devolvió al camino que la llevaba a su casa.

Sin dar importancia a las uñas que se le clavaban en el hombro llego a la puerta.
-La comida te la dejó tu mama en la cocina. ¿Mi beso?
La niña sintió la aspereza de una piel seca y áspera. –Por eso mi madrina nunca se casará. Envenena.

Sergio Astorga
Diseño computadora sobre acuarela.