El mensaje se encierra en sí mismo. Está
vivo. Lanza afirmaciones que alguien atrapa. Un secreto a voces de líneas sobre
la piedra. No sé si el escriba tenga en cuenta la porosidad del muro y su color
y en base a ello escoja la tonalidad de los trazos. Palpable, la garganta del
signo no tiene pies o cabeza. La ciudad fluye entre sus paredes como en el
antiguo latido de la cueva donde una primera mano revivió la chispa de decir
para otro: estoy presente.
363. De antología III - "Mujeres minicuentistas" (2)
-
Editora invitada: Lilian Caicedo O.Feroz Paz Monserrat Revillo (España)
En el pueblo no se habla de otra cosa que de la preocupante plaga de
Caperucit...
Hace 1 día.