La dragona fue al mandado con su falda de bolitas. El mundo no sabe como mirar. Se siente la tensión. Se cincelan las venas azules y la respiración no aprende a respirar con calma. Desde el fondo del puesto de chilacayotes se desprende un punzante desdén. Ella lo recibe, se lo cuelga en su poderoso cuello y lo desgarra. La ventaja de ser única es la implacable hambre que lo devora todo. No pierde la cabeza y percibe el miedo que provoca. No mira nunca la ponzoña y tiene todos los años arrugados en su cuerpo. Si el corazón pudiera pensar no habría dragona digna, por eso si la miras, no busques respuestas, la dragona no se inmuta porque su inmenso amor es prediluviano.
QUIMERA 462: ROBERTO ABAD
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Dins la secció "Los pescadores de perlas" del número 462 (juny) de la
revista Quimera, podem llegir els microrelats inèdits de Roberto Abad (Cuerna...
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