sábado, 30 de julio de 2016

Melenudo


Desde el primer rugido de la mañana una pereza selvática se deja sentir en los endurecidos oídos de la leona. Vencido, abandona su embate para comprobar que al alzar la voz sólo se desgreña, degradando su estirpe leonada en un amarillo de polluelo destartalado.