Eran días aquellos generosos, cuando la casa tenía arreglos florales y ventanas anchas. La luz jugaba impalpable por los contornos de mi cama y parecía que el brillo de su imagen se condensaba en mi mano. Cómo olvidar esos verdes desbordando el jardín y esos violetas perfumando hasta mis palabras.
Hoy se cumplen cinco años de desgracia. Desde entonces los días se calcinan entre ellos; los cadáveres hinchan sus olores y mi garganta se desgarra.
No sé cuando podré sacar esta nube de mi zapato.
Sergio Astorga.
363. De antología III - "Mujeres minicuentistas" (2)
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Editora invitada: Lilian Caicedo O.Feroz Paz Monserrat Revillo (España)
En el pueblo no se habla de otra cosa que de la preocupante plaga de
Caperucit...
Hace 2 días.