sábado, 14 de abril de 2018

Mamá gallina


Acostumbrados a que todo tenga un inicio, un horizonte, un límite de donde partir o llegar. Me preguntaba: ¿de dónde sale tanto gallo? Tuve, para remediar este vacío de existencia, dibujar una mamá post parto. Me explico, la mamá gallina que ahora tienen delante fue dibujada tres días después de la inauguración de la Exposición “Os Galos” en la Biblioteca Municipal de Barcelos, Portugal y que estará abierta a todo público, gusté de los plumíferos o no, hasta el 5 de mayo.
Justificar al universo que se expande, no sólo es una técnica literaria, si no un recurso de todo tlacuilo. Por supuesto esta mamá gallina no será expuesta en Barcelos, sólo en el Antojo y les dejo de tarea el que cuando vayan apareciendo sus hijos por estas virtualidades puedan tener tema de sobremesa  y animar el caldo al buscar semejanzas, rasgos de familia, tanto de carácter como físicos.
Sólo para que no borden su historia en la vacuidad les daré algunos datos biográficos de esta gallinácea. Ella nació en un café en la Rua de José Falcão en Porto, a la hora del almuerzo. Tiene como antecedente más lejano el gallinero de Miguel Lerdo de Tejada 61 en Azcapozalco en la Ciudad de México, entre gallos de pelea, patos, gato y una granada en medio del patio de tierra aplanada de la casa de la abuela Simona se recreo. Después, al llegar a Portugal y encontrarse con el multiplicado Gallo de Barcelos, se preño a sí misma bajo un salgueiro (sauce llorón) al introducir dos plumas: una mexicana y otra portuguesa. En diciembre del año pasado, cuando supo que tenía que parir tuvo tres meses de gestación. Algunos gallos le salieron bravos, otros filósofos; otros buenos para los albures. Los que se exhiben fueron cuarenta, pero unos veinte se quedaron en su regazo esperando que cuando menos puedan picotear brevemente la luz y ser publicados en los Antojos. Por lo pronto tendrán su maicito hasta que los otros sean mostrados.
Comenzar por el final me llena el buche de entusiasmo porque recuerdo a Edmundo Valadés, un gallo con espolones, Con su libro “La muerte tiene permiso” en la memoria me curo en salud.