viernes, 30 de marzo de 2012
miércoles, 28 de marzo de 2012
Vuelo embarrado.
Buscar lombrices debajo
de las piedras me acerca
a mi evadida condición
de ave de corral.
Mi pico advierte los poderes del aire
y las llagas que palpa
son de la atmosférica caída.
La fécula de mi vuelo
estuvo en la memoria genital
del primer ángel.
Mi taje de plumas
se guarda como tesoro de batalla.
Todavía recuerdo
la veta sonora de las campanas
y las tersas ramas donde dormitaba.
Asediado por el grano
profané al vértigo
por la rutina del abrigo.
Por la noche angosta,
el aire picotea la puerta del granero.
Mi morada ya es terrestre
y a la aurora la reconozco
como un agujero avaro.
Mil años ha pasando
el aire entre mi cuerpo,
por eso me miras un poco endurecido.
Si subes la torre y miras el vacío,
sabrás lo que es buscar lombrices debajo de las piedras.
Sergio Astorga
Cerámica 9 x 18.5 x 9 cm.
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lunes, 26 de marzo de 2012
viernes, 23 de marzo de 2012
miércoles, 21 de marzo de 2012
En la carrera
No acepto ningún rescate
aunque lo hubiera.
En la grupa de mi jaca
te he de llevar por los montes
y hemos de ver el amanecer
naciendo entre los cuerpos.
Sólo el lenguaje de nuestros ojos
dirá la duración del rapto.
El siempre es un hoy
todos los días
para que el aliento nos alcance.
Besos nocturnos:
la brisa en la carrera.
Sergio Astorga
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lunes, 19 de marzo de 2012
Concierto Arrojo
Un Rachmaninov sonido se expande virtuoso sobre mi mesa de trabajo.
Te conviertes en un violonchelo cantábile entre dioses olmecas que preludia un primer movimiento muy animado.
El segundo movimiento es una variación ascendente de la melodía principal.
El tercer movimiento, es un allegro resuelto que finaliza en un beso sostenido en boca mayor.
No hubo encore.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm.
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viernes, 16 de marzo de 2012
Siluetas
Escondidos debajo de la cama con el miedo amarrado como alambre alrededor de los brazos pasamos mucho tiempo. En la pared unos trazos negros y flacos daban brincos hasta saltar por la ventana. Nosotros ni siquiera resoplábamos. Nos mirábamos con las manos. Estaba oscuro, sólo las siluetas brillaban como los gusanitos que salían de las plantas del jardín.
- ¿Qué hacemos?
- No te muevas. Vamos a esperar.
- Ya no siento el cuerpo. Tengo miedo. Háblales. Diles que se vayan.
- ¡No te muevas!
Mímicas luminosas y sonámbulas. Desnudas. Silenciosas, las siluetas renacían en diferentes colores, se replegaban en sus contornos, tejían sus vestiduras de múltiples matices como si el túnel del sueño nunca cesara enamorado de su transparencia.
- Ya me duelen los ojos.
- ¡No salgas!
- Voy encender la luz.
Estranguladas, un remolino eléctrico apagó el latido del enigma. La vigilia volvía a llenarse las entrañas.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm.
miércoles, 14 de marzo de 2012
La niña del punto rojo
La niña del círculo del punto rojo suspira instantes sonámbulos y transparentes. Se canta bajo su espejo calcinado la historia del príncipe de chocolate que se derritió de amor. Ella no sabe de alas, ni de la historia del fuego; ni el cuento de la manzana ponzoñosa. Ella ríe con su sonrisa cuadrada y no se remuerde los días porque no le duele nada. De su cintura abierta pasa el eco y no regresa. Ella sabe que es moneda de oro lo que entra por sus ojos. Es tan puro el silencio que la misma luz se curva embelesada y de su muro cuerpo se dibuja el jaspe y la alegoría del agua.
Hablo de ella, de la niña del punto rojo, de esa, de la otra que eres y no te das por enterada.
Sergio Astorga
Cerámica 20x20x2
lunes, 12 de marzo de 2012
Confusión
- No llegamos.
- Aguanta.
- Espérame tantito. Que no aguanto estos zapatos. Y la mano derecha se me hincha.
- Si sabias… Dejas todo hasta la última hora.
- El desenlace es lo que importa. Es un blog. Tú crees que van a leer todo.
- Claro. Los antecedentes conllevan el final.
- No siempre.
- Apúrate… Dame la lleve… Ya se fueron… te dije que te dieras prisa.
- Aquí dejaron un comentario.
- ¡Sólo uno! Eso nos pasa por tardarnos.
- En el acto súbelo a twitter y a faccbook.
- Por cierto, que decía el comentario.
- Me gusta.
- Se equivocaron de medio.
Sergio Astorga.
Tinta/papel 20 x 30 cm.
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viernes, 9 de marzo de 2012
Marca de agua
El agua se rompió por lo más fino. De la sequedad fueron naciendo punzadas de forma. Noche y día se confunden en su tacto y su tiempo es el mismo que curte a los océanos. Ellos miran al futuro cuando sus amapolas masculinas despiertan. Sus azules son ciegos. Cuando los miras parece que son luminosos, pero ellos no lo saben. Sus ojos son de agua muerta y pueden mirar más allá del olvido.Tienen la voz seca del vaticinio, por eso cuando estas en silencio y tu sangre esta tibia los escuchas. No lo niegues.
Ahora ya los has visto. No temas, no tienen dientes y su mordedura es blanda.
El cielo ya llegó a su costa y el silencio se refugia.
Dejémoslos dormir.
¿Estás de acuerdo?
Sergio Astorga
Acuarela/papel/madera 10 x 26 cm.
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miércoles, 7 de marzo de 2012
Vuelo ufano
Mi estimable clientela, este abarrotero, que ha recibido varias músicas de viento en diferentes tonalidades (pitos, trompetas y trompetillas) a lo largo de su abarrotera y abarrotada vida, no puede dejar de compartir el motivo del ufano estado anímico en el que se encuentra.
El Ojo Travieso, de todos conocido, ha realizado una travesura que me tiene volando alto y que ya no sé como bajar, porque no encuentro los círculos concéntricos del eucalipto.
Los invito a leer Mimos Polyglottos de Lilian Elphick, donde la palabra hace nido.
Gracias Lilian, me has dejado como aquel verso de López Velarde: “me siento acolito del alcanfor, un poco pez espada y un poco San Isidro Labrador”
Sergio Astorga
Tnta/papel 20 x 30 cm.
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lunes, 5 de marzo de 2012
Era de goma
A toda luz la silueta incauta y realmente pulcra de Don Sebastián Brandón se pasea tozuda en la memoria de sus súbditos. Súbditos que no se acostumbraron a esas antiguas maneras democráticas venidas de una península lejana. Ellos, los súbditos, gustaban de obedecer y Don Sebastián, magnánimo, no cejó en su afán de darles gloria, estabilidad y progreso. Su reino, que no tuvo fronteras, se perpetuaba con esa tranquilad de los santuarios.
Un día, rugoso el cielo como un cacahuate, la silueta de Sebastián Brandón, traicionando su compostura, comenzó a disolverse. Se prendieron los mecheros del miedo y lo súbditos salieron a la calle por primera vez en sus vidas a manifestar sus opiniones.
Los súbditos ayunaron por varios días, hasta que resolvieron reconstruir la silueta de Sebastián Brandón, que se había convertido en una sustancia pegajosa.
La reconstrucción no ha terminado, por eso algunos avispados lectores le llaman la Era de goma.
Sergio Astorga.
Acuarela/papel 20 x 30 cm.
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jueves, 1 de marzo de 2012
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