sábado, 15 de octubre de 2022

De oídas

Érase un toro herido buscando refugio. Un beso engendró el deseo de buscar pareja. Nació animado por una madre suspensa de la respiración de Marte. A sus orejas llegó el llamado colérico de la lujuria. Recorrió la dehesa de norte a sur. En un lecho de piedra miró recostada a esa Artemisa con las vulvas rojas expuestas. No habita remedio posible, el Toro siguió la tentación del rapto. 

La llevó en su lomo, domando el cuerpo, ella, apretando sus piernas no pronunció palabra. Alguien husmea el rapto y se le exprime el corazón. Los siguió, y cuando el toro intentó mordisquear la oreja de Artemisa, una lanza cruzó su oreja. Las colinas se tiñeron de violeta y los pastores cuentan historias distintas, esta es una de ellas.