jueves, 9 de julio de 2009

Amor Bovino

Si alguien dice amor lo dice porque ya no pude cifrar sus asombros en otra palabra, donde la contradicción ha sustituido el contacto y las interrogaciones ya no son respondidas por los dedos.
Siempre detrás, oliendo el nombre anónimo, el mismo desde que se anego el deseo.
Es un gueto de usura, como si la mínima alusión a la ternura fuera un rito clausurado por el vigor, por la potencia vulgar, por la asesina cicatriz del macho.
Pastueña, risueña, con esos ojos domésticos, con las ancas anchas y la ubre dispuesta. Y esa pesuña fina, y el lomo colorado gracias a la herencia del látigo y la espera. Como bulto que echa andar, enciendes aquella flama que dicen dar abrigo. Tu cencerro anuncia tu desgracia y dejas ver tu costado abierto. Obediente, arrebañada, quieta en tu estirpe, ya sólo muge aquel canto independiente entre olivares olvidado.
Preñada toda, nodriza ya de agria leche. Áspera de cara, tu séquito mana en la llanura.
¿Será este el amor que nos contaron? ¿No hay cólera en el macho, al ver tanta miseria de bravura?
En el amor bovino hay cuerpos abiertos en canal, vísceras blancas y bendiciones que suplican continuar la buena vida de la prole.
Sergio Astorga

Acuarela/papel 20 x 30 cm