Nunca llega la noche cuando es hora.
Implacables geometrías,
lombrices aritméticas
y una luz carnívora de sombra la demoran.
Deber ser por estar junio en paralelo
en latitud de agua deshelada
que la noche no despega el ojo
del caldero.
Se duerme de cansancio
y de infortunio,
sólo con la negrura del aliento.
Segundas bóvedas nunca fueron buenas,
por eso estas maneras antiguas,
-lo digo con insomnio-
no dejaran de estar de moda,
si sigue girando la tierra amanecida
en el cuarto lugar
del Sistema Solar, exactamente.
Lo digo por
despecho, francamente.
Sergio Astorga
363. De antología III - "Mujeres minicuentistas" (2)
-
Editora invitada: Lilian Caicedo O.Feroz Paz Monserrat Revillo (España)
En el pueblo no se habla de otra cosa que de la preocupante plaga de
Caperucit...
Hace 1 día.