martes, 30 de noviembre de 2010

Gracias

Han caído copos de La Nieve que son para contarse. Ningún mar ignoto tuvo un recibimiento tan cálido a este Temporal como el que ha hecho Alicia en su camarote vestida para que el viento no la agreda y Maribel (Ocurrió en Febrero) la frágil princesa leyendo algunos versos.
Les dejo el enlace para que visiten La Nieve y puedan navegar en sus cálidos territorios.
Gracias por abordar sin recelos el temporal de horas.

Aquí el enlace de La Nieve http://lanieve2.blogspot.com/


Sergio Astorga
Imagen: ángeles protectores para lectoras intrépidas.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Comenzar

Llegar es siempre empezar.
Caminar y encender la luz.
Otra luz, la misma con distinta agua.
Otra manera de mirar.
Otro lenguaje.
Inventar otro cuerpo dentro de mi cuerpo.

Los Álamos: cuatro sílabas nuevas
entre piedras y relámpagos,
entre la explosión de la materia
y el silencio de la muerte.
Aquí se levanta y se olvida ese recuerdo.

Los Álamos es una ciudad abstracta,
repleta de voces y de pájaros.
Es la noche de montaña.
Un coyote devora los nombres de mañana
y un cuervo deja su sombra por el aire.

Si extiendes la mano,
un rostro desconocido tal vez abra los ojos
y el tiempo que se fue te deje nueva sangre.

Llegar es siempre empezar,
Aquí, al pie del álamo.
Sergio Astorga

Los Álmos, acuarela/papel 37 x 58 cm.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Florida dedicatoria

Inesperada, como la imagen que se filtra por el rabillo del ojo resultó mi llegada a Talahassee. Ni el más afortunado mito tuvo tan opulento recibimiento como este que les narro.
Era tibia la mañana, releía bajo la sombra de un magnifico árbol, algunos versos de Temporal, en el bullicioso Campus de la Universidad Estatal de Florida. Chapoteaba con los sonidos como se disfruta del naranjo, cuando un seminole sale de la librería con un libro bajo el brazo. Cuál no sería mi sorpresa, ese libro era nada menos que Temporal. El seminole mirando que yo también tenía un libro igual al suyo y lo leía con renovado acento, se acercó decidido como sus antiguos antepasados

– Usted se parece al de la fotografía de la contra portada.
- Soy el autor -le digo, no creas que porque me ves con una camiseta de seminole he dejado mi ascendencia azteca y mi nariz Olmeca.
- ¿Podría dedicarme el libro? -me mira suplicante.
- Pero si todavía no lo has leído, ¿cómo sabes si te va a gustar? -le respondo no sin cierto orgullo cinematográfico.
- Eso no importa -me contesta despiadado. Mi hermana tiene una playera dedicada por Dolly Parton y la detesta y mi padre tiene una pelota de beisbol autografiada por Steve Carlton y él es fan de los Dodgers. Lo que importa es tener la firma.
- ¿Entonces no eres lector de poesía? – pregunto con desconsuelo.
- Un poco, me gusta Sylvia Plath y Whitman, pero no me mal interprete, si yo tengo un libro dedicado por el autor, vale más, you know? Si me gusta o no me gusta es indiferente – me responde con tal certidumbre del mundo en el que vive que no tengo más remedio que reconocer que mis creencias son temporales.
- Oiga, no se enoje. ¿Me dedica el libro, por favor?
- Con mucho gusto.
Sergio Astorga

viernes, 5 de noviembre de 2010

Crónica de una presentación inexistente

Ayer de noche fue una fiesta de voces en silencio. Dan ganas de desenrollar la bufanda y ponerle en la nuca del lector los hechos simples bien planchados.
Uno a uno fueron llegando los espantos. Los cariños con sus dos caras se sentaron al fondo de la sala. Sala pequeña como la dicha, útil para que la cojera de la voz reverberara.
Emperifollada llegó la duda con sus quince años mal vividos. La abulia, como la tía Cristina llegó desabrida con un vestido de satín. Rumiando sus vientos de tedio, en mangas groseras de camisa entró la presunción del brazo del bruto de Cesáreo. Cinco minutos antes del comienzo llegaron muchos bultos sin rostro que se acomodaron en las incomodas sillas que había para la época.
Amarillos como de infancia, numerosos asientos vacíos y un olor a nardo fino alargó el muslo del silencio.
Vestido de batalla y de esperanza guerrera empezó la lectura de poemas. Insepultas palabras fueron dichas y la uña desgarro el silencio. La garganta retorno a su innata certidumbre y una brutal delicadeza se quiso acercar a los oídos. El auditorio, jamás efímero perfil he visto tan de alba, seguía el hilo de la voz, y un animal de hombre se quebraba.
Temporal celebró su natalicio sin prólogos. Cincuenta y tres poemas fueron dichos sin descanso, los pechos se inflamaron y los semblantes no dieron noticia de fastidio, será por ser tan amor la no noticia, y si algo crujió en esa noche, fue el cráneo de los libros que ya eran.
Sergio Astorga

martes, 2 de noviembre de 2010

Cabellera larga, muerte corta.

Al alba, ya sin estrellas
su edificio se alargaba.
Cadera de bailarina
en la azotea quedaba.

Su rostro de pergamino
glorioso, hoy abatido,
peina su crencha dorada
bajo la luna floreada.

Espigado olor de nardo
de su cráneo se destila
y en su sepultura queda
el peine de su nodriza.

De su frente a su cintura
manaba el pelo manaba.
Escapar de las alturas
su pensamiento alardeaba.

Poco valió su escarcha,
su cabellera adorada,
la muerte con su tijera
con su pelo ya bordaba.

Calvos y calvas no lloran,
afirman que a la guadaña
le importa poco o nada
la calavera peinada.
Sergio Astorga

Acuarela/papel 20 x 5 cm.
* El Abarrote no olvida el Día de Muertos.