Bajo el puente, el hombre Diógenes, se petrifica como la mujer de Lot. El río sigue su curso indiferente a la luz de los pensantes. El día como el acero, deja suspendida la visión como esa monótona letanía de que todo pasa. La luz es tan limpia que guardamos en la memoria ese rostro que sólo tiene vida cuando se detiene. “Aquí estamos” nos decimos, para unir la voz con el silencio.
314. Metaficción mínima III
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Editoras invitadas: Pía Barros y Lorena Díaz Mesa En el afán de encontrar
la frase adecuada, la escritura que nos expresa, el aliento para
escabullirnos de...
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