Alza su frente para que la fiebre se escape. Los reflejos acuchillan su cuerpo. De su ojo derecho un enjambre de lágrimas baja por su mejilla. El tiempo no pasa, arde, se consume, pero no pasa. En la calle los ladridos metálicos lo orientan, sabe que es su calle, que es su cama. Ella llega. La siente. Una mano colérica lo despierta. El tiempo se le abre en dos. Jadea. Un labio vacío lo reconforta.
QUIMERA 462: ROBERTO ABAD
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Dins la secció "Los pescadores de perlas" del número 462 (juny) de la
revista Quimera, podem llegir els microrelats inèdits de Roberto Abad (Cuerna...
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