jueves, 27 de agosto de 2009

La Nave de los Locos


Señores y Señoras caballeros y bonitas este abarrote se complace en invitarlos a la La Nave de los Locos
http://nalocos.blogspot.com/2009/08/trabalenguas-para-el-verano-29-sergio.html parada cotidiana de todos los que procuran la locura, están en ella o pretenden cultivarla.

Con la máxima de que la locura con letra entra, el almirante de esta Nave, Fernando Valls ha honrado a este charro poniendo a babor, imagen y letra del susodicho.
Pretexto es este acontecimiento para invitarles a subirse a la Nave y no bajarse por reclamos de cordura.

Con un tamal de dulce te doy las gracias Fernando y siempre con el deseo de que tu nave llegue a la Ítaca anhelada te saludo.

Señores y Señoras, caballeros y bonitas disculpen las locuras ocasionadas.
Sergio Astorga
Nave en acrílico y computadora.

sábado, 22 de agosto de 2009

Inscripciones

“Una mujer, un hombre, a veces muchos, quieren inscribir su trascendencia, la piedra es declarante de este vicio. Siglo contra siglo creció el símbolo, el signo, la palabra y la voz alta para reconocerse y confundiese.
La palabra hizo residencia, como aquel pájaro que lleva rama a rama, perseverante, la construcción de su mundo. Pico a pico su vuelo tiene algún sentido, y la luz es blanca y descifrable. Así es la trascendencia: un sentido fugaz, pletórico, enfermizo”.
Era de noche, mis hermanas y yo, caminábamos por la calle de Madero rumbo al zócalo mirando el rojo tezontle de esta ciudad de México que no se muere aunque la maten, cuando al llegar a la gran plaza, las torres de la catedral parecían dos destinos en ruinas, una de mis hermanas, la más joven se aferró a mi brazo y me señaló una extraña caja de madera, mi otra hermana, mas intrépida ya la traía intrigada entre sus manos. Decidimos caminar rumbo al café Tacuba. Nos sentamos y pedimos café con leche. Encarnada con su joven superstición daba sorbos nerviosos a su café y la otra, inquieta me reprochaba silente mi desidia.
Sobre la mesa una caja de cedro de buen barniz color solferino y con la simpleza ornamental de sus líneas rectas guardaba, envuelto en terciopelo negro, una tabla roja con inscripciones, mi hermana la mayor, hábil como siempre ha sido para interpretar signos, nos dijo que era una especie de mapa, en sus palabras: cartografía de un viaje íntimo, es una descripción de signos gráficos y signos léxicos que aparentemente no tienen conclusiones, solo alusiones al acto de nombrar y de inscribir. Mi hermana menor con el relajamiento en sus pómulos empezó a tocar la tabla roja y le pidió a mi hermana que tradujera lo que veía puesto que ella solo advertía monitos y formas inentendibles.
Con seguridad comenzó a leer o a interpretar o adivinar lo que veía:
“Así como se orada la piedra al golpe del estilete o el relámpago, voces, pregones, suplicas, cuerpo que es anima, que golpea sentidos, que machaca tiempos, ideas y esas urdimbres de desastres y destinos, todo en piedra, en la mandíbula tiesa del pasado”.
“Así como el fuego que incendia la primera vez, el signo y la mano sobre el montón de huesos, en la sublimación del sentido, de la exclamación de la brasa que sigue quemando la procesión de nombres.
Así al medio día la obstinación no acaba nunca, dichosa el agua que no cicatriza en piedra.
Hay que aprender a despedirse.”

Salimos del café y nos perdimos por el centro histórico, la vegetación de piedras nos acompaño hasta que llegamos al zaguán de nuestra casa. Mi hermana joven corrió hacia al cuarto de baño y mi otra hermana llevaba la caja como reliquia y se metió a su cuarto sin decir palabra. Como un dolor de visera entré a mi habitación con un eco interior, tendría que comenzar de nuevo a inscribir otra tablilla.
Sergio Astorga
tinta china/madera

miércoles, 19 de agosto de 2009

El Carrusel

El Carrusel ronda como angelote que no se queja de sus rodillas. Los cielos son dorados, los zapatos tienen dos agujeros en sus suelas; el carcomo del recuerdo baja las escaleras y el cocodrilo del sueño se levanta temprano, como si fuera domingo.
Dientes de azúcar es la medula del juego y ese rebaño de latidos ton ton reque ton, se mixtura cuando dos mundos giran: el que habitamos y el otro, el de algodón con caramelo.

Duérmete niño duérmete ya. Que el mundo está girando como tus ojos redondos.

Borracho de golosina subes, giras, y ese caballo con paso torneado e infinito te deja el cerebro sordo-mudo de aventura. Porque esa hendidura que ahora tienes como vida, fue de plata subida en el caparazón de la tortuga.

¡Otra vez, otra vez! que ahora quiero subirme en la catarina.

El insomnio y el tabaco se dispersan al sorbo de limonada, y esas luces neón se clavan como único fiel representante de la puericia zumbadora.
Tus dientes de leche debajo del edredón y las manzanas de coral cegando tu boca primera. Y en tu frente: el mareo del recreo.

¡Que no me quiero bajar! ¡Que no quiero! ¡Que te cuesta, no seas mala!
Otra vuelta y otra, que no estoy cansado.

El minuto es el presente y los anchos andamios de tus manos quieren islas y banderas. Y los nombres propios son huecos compañeros de travesura.

Cuando el carrusel gira, un sudor caliente nos adormece y oprimidos en nuestro eclipse mundano miramos como el bien nacido sapo sigue dando vueltas de este a oeste, como si fuera el último fósforo en la noche.
Sergio Astorga

Acuarela/papel

jueves, 13 de agosto de 2009

Trío Agosteño

El Trío Agosteño, dio su primer acorde en los inicios de este siglo como una irremediable respuesta por su amor hacia las negras notas. Fusas y semifusas provocaron en los tres, irrefrenables deseos de libertad rítmica. Con influencia del Jazz y el Góspel y la sólida estructura académica que les proporcionó el Conservatorio Nacional de Música y el fugaz pero consistente aporte recibido en la Juilliard School de New York, les abrió panoramas y sonoridades que decidieron reunir en la formación del Trío Agosteño.

Jacinto, en los teclados, el más reticente a la manera de afrontar las preferencias musicales, ya que su gusto por la fuga le daba un aire barroco a sus composiciones, era hijo del laureado maestro Silvestre Nepomuceno, compilador de leyendas tarascas y de una historia comparada de los conventos Agustinos en el Estado de Michoacán.

Macario Sotomayor en la flauta transversal, es un caso sorprendente de divergencias sonoras, aficionado desde pequeño a las percusiones, por una especie de revelación canora decidió entregarse al viento. Hijo de pajarero, su padre, Nemesio Sotomayor, tuvo fama de silbar como cenzontle y esto le valió capturarlos sin dificultad durante 30 afinados años. Su amistad con el maestro Luis Herrera de la Fuente, le permitió, mediante una beca, dar a Macario una formación impar.

Melchor Cólogan, de origen irlandés, enamorado del bajo continuo y de los armónicos, y gracias a una herencia temprana, no tuvo más que problemas de acné, dedicándose a la música de tiempo completo. Director musical, se complacía en arreglar asonancias utilizando para este fin apoyaturas varias y divertimentos, aunque el termino ya era usado en el siglo XVIII, Melchor lo utilizo en el Trío de manera prominente.

La imagen que observamos es una instantánea en acuarela opus 2 largueto y cantábile en algodón con pinceles Windsor en un amarillo sostenido como tono fecundante, oponiéndose, cromáticamente a los azules dominantes en un arrebato puramente incidental.
Esta imagen del Trío Agosteño, fue captada el 5 de diciembre de 2004 en el Teatro Degollado de la Ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco.

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

1. Por las riveras del Puerto de San Blas (Calipso: ritmo caribeño)
2. Intimidad (jazz progresivo con variaciones de un tema popular purépecha)

Intermedio

3. Herencia en rama (especie de sonata, con la voz dominante del contrabajo)
4. Canto de ave (*Merengue en forma de Jazz)
*El Merengue es un ritmo dominicano basado en la mazurca y el vals.

Al final del concierto, el desconcierto se dejaba sentir por los pasillos del Teatro Degollado, la unión de géneros y estilos meneo la literal desarmonía de opiniones, sin embargo, en el desarrollo mismo, la atención de los asistentes era tal, que por un momento la fusión auditiva logró que algunos espectadores construyeran sus experiencias al compás de su lectura, dejando en los oídos la grata sedición de lo vivido.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm.

sábado, 8 de agosto de 2009

Háblame de ti

Háblame de ti y de tus sabios concejos de porcelana.
Dicen que es de rebato tu aleteo y en el prólogo de tus noches oscuras dilatas tus pupilas
Minuto a minuto astuto, sigiloso, subido al lomo del árbol o al lomo de los tratados, aprovechas la ausencia para encontrarte con la presa, siempre en verano.
Irradiarte en el cristal te enamora. Te nacen los mejores axiomas en septiembre y dormitas en octubre.
Disecados en la gruta se perfilan los rostros de los lectores que esperaron en los libros jurídicos respuesta.
El vuelo es cóncavo y de tus garras penden las hojas palidecidas de los pitagóricos desastres y los pretéritos nombres de los dioses.
Al poniente: el término del vuelo y la encrucijada de los mapas zodiacales dispersan los destinos.
Alguna lengua muerta machacas con el pico y me conmueve que en las horas muertas no dejes de limpiar con minucia las plumas pardas de tus variados alfabetos.
Cuéntame de ti, aunque te vayas.

Sergio Astorga

acuarela/papel 20 x 30 cm.

martes, 4 de agosto de 2009

Calores

aprendí de tus palabras: cuerpo
de tus silencios: texturas
de tu furia: deseos
de tu física: apetito
de tu compañía: destino

de tu voz que no conozco
el murmullo de mis noches.
Sergio Astorga



Acuarela/papel 20 x 30 cm.