martes, 15 de julio de 2025

Tonada nula

 


Un destello terrestre los dejó suspendidos en la escala de Do Mayor. Los turbios pentagramas se formaron a la entrada del teatro. Un hilo tonal presagiaba una mancha sonora difícil de interpretar. Las cuerdas se sumaron a las heridas del fagot. Las ramas de lo silencios atraparon las corcheas como si fuera el celaje de un enemigo. La vihuela se interpuso y clavó su sonora raíz. Nadie lo notó. En los balcones un aire usado mordía las mejillas de los diletantes. 

El eco sobrevivió al concierto y ningún pájaro se atrevió a salvar la tonada.

Encima del programa: el bostezo

Fue un error toda la temporada de concierto.

viernes, 11 de julio de 2025

La amorosa Kety

 


Katy con lúcida consciencia amaba. En todas partes su pensamiento estaba con él. Sus manos largas y sensibles reconstruían el rostro recién cortado. Al tocarlo, el olor a sangre la tumbó.

En un instante, elástico y brutal, dejó un beso alucinante en los labios amoratados de su amante.

Su temor: encontrar el vacío dentro de su cuerpo imborrable.

lunes, 7 de julio de 2025

Nocturno peso

 


Cuando dejan caer sus nombres, 

el polvo de sus pensamientos crueles se cierran.

El pródigo sol los carboniza..

Cuando su vida los desborda, se desnudan en el alcohol.

Cuando quieren a oscuras balbucean su nombre.

Las estrellas en silencio se aferran al silencio.

Cuando la boca que no tienen, 

deja una sordera como esa lentitud de los mudos.

Acaso ya no hay garganta que alumbre nuestros ojos.

Ellos de pronto gritan en sordina con este cielo de palabras sin sentido.

sábado, 5 de julio de 2025

El dos

 


Por la calle número dos corrimos a la puerta y sólo encontramos el fémur del muro. Sacar los huesos en un cerrar de ojos es como contar cien veces. Que suerte es ver el mapa detrás del espejo. La angustia es detenerse. Confundir la imagen con el viento notable. 

Anestesiado miré sin mirarte. El goce de sentir doble, es como tener las venas abiertas en diamante.

Mi voz es nada en la doble sombra. 

El dos prolonga nuestro abrazo aunque no lo sepas pero, lo supones.

martes, 1 de julio de 2025

Julio 25

 


Será un mes de reacción. Durante un periodo de seis años,  Borís Pávlovich Beloúsov, intentó publicar, sin éxito el resultado de sus investigaciones.

Resentido, estuvo a punto de claudicar, hasta que un estudiante estudió en detalle y consiguió publicar los resultados.

La reacción Belousov-Zhabotinsky (BZ)  comprueba el sistema caótico.

sábado, 28 de junio de 2025

Lectura fehaciente

 


Tan sencillo como pasar los ojos, así es el espectro del signo en la línea del tiempo. La grandeza de la palabra se asientan por los senderos de la lectura. Lo posible sucede. 

Un buen reino tiene buenos libros a pesar de los que escriben tonterías.

miércoles, 25 de junio de 2025

Centésima columna

 


Algunas columnas después de la fiesta quedan solas y erguidas como si nada hubiese pasado.


Fotografía: Torre dos Clérigos

lunes, 23 de junio de 2025

Un cuarto de hora


 

Un destello terrestre suspende el aire lacustre de mi recuerdo.

Zancudas moscas vuelan, entran en mi oído.

Encima de la alondra mi cariño es un ser verde. Cuando me duerma voy a olvidarte como a ese ángel adulto que ya no me mira.

Había tres heridas en el muro. Dime que has usado el cuchillo. Deja la sortija en la cómoda, esa magnolia de tu pelo ya se ha fermentado.

¿No te has dado cuenta?

El eco de la casa se cae. El celeste cielo ya es resina. 

El escorpión habita nuestro bostezo y nuestra errancia. 

La letra C nos ha dejado sin intimidad. 

Guarda el cuaderno. 

Siempre describes lo mismo.

domingo, 22 de junio de 2025

Verano acre

 

La hidra negra creció con su botas para pisar la tierra. Los maderos escapan del altar y en la fría república las sombras retorcidas la envuelven.

El silencio en secreto se lleva los mensajes a la cueva del lobo.

El pensamiento refulge en el espinazo del mar y en las bodegas subterráneas han ocultado al astrolabio.

La mueca es fría como hueso blanco sin médula.

Se escucha a lo lejos el requiem en tibias voces. 

jueves, 12 de junio de 2025

Equidistancia

 


Hay dos estrellas en el invierno. Equidistantes con una luz fría y torcida. El señor de las noches crece como las ramas de oliva. Ningún mensajero dio aviso del fenómeno. El pensamiento se propago en la neblina. En el lomo del día martes se notó un viento del noreste. En ademán fatuo los astrónomos se disputan el elocuente discurso del no sé. 

El viento oficial, podrido desde siempre nos dice que todo está bien. Todo en calma.

Me permito dudar.

martes, 10 de junio de 2025

Dolor en cuello

 


La inclinación de su cuello aconteció en la página dieciocho. La náusea le llegó con precisión de fármaco. Su armadura, no supo de diccionario. Como el caballo mitológico la tortícolis lo quebró. En la mañana abrió el libro y un ligero mareo le tumbó la vertical de su pensamiento.  Esos bichos sonoros llegaron en tropel. El vaivén de sus cuerpecitos les daba la toxicidad del mercurio que traían en la boca. Olían a marijuana. Tumefactos los brazos y los ojos hinchados. La dicha del fin bajaba, su arteria coronaria prominente patrocina su lecho de postración. El amoniaco se coronaba en su aguda mano. 

Su cuello torcido es sabio. Ningún caballero andante tuvo que luchar con tanta aparición. 

La angustia de la anfetamina lo dejó murmurando frases que terminan con la rima en el verbo ser.

viernes, 6 de junio de 2025

Paseo en carro

 


Vino con extraño metal en el aliento. Su cuello no paraba de moverse al ver pasar los árboles. Los pájaros inmaduros se posaban en las ramas como héroes sin canto. Le intentamos hablar. Él, resuelto siguió por la rua de Melo y no volvió a pasar por mi calle.

El olvido se vistió de blanco. 

Limpio fue su paso. 

Mis vicios se alejan nocturnos.

martes, 3 de junio de 2025

Fumeiro Sánchez


Lo vimos en la puerta de la entrada del bar. Sombrero de paja. Fumaba sus clásicos sin filtro. No podemos negarlo su hechizo nos perdura hasta hoy. Lo encontramos en la barranca junto al huisache. Hasta muerto daba susto. Robamos su sombrero, Quitamos la sangre y cada semana nos lo turnamos. Comenzamos a fumar, pero nos falta rencor.

A ti te queda mejor. Dijo el hermano mayor.

Mi cabeza es chica como la de mi madre.

El Fumeiro no tenía madre por eso le cortaron la cabeza.

No, creo fue por lo que debía. Mucho dinero afirmó el mayor. Llevando la mano al bolsillo.

Qué es eso que brilla.

Un puñal.

domingo, 1 de junio de 2025

Junio 25


 Junio será de la resistencia. María Goeppert-Mayer, por machismo no obtuvo salario en sus investigaciones hasta cumplir los 53 años. No obstante el modelo de capas nucleares le permitió llegar a la cúspide.

Nuestros átomos le están muy agradecidos.

sábado, 31 de mayo de 2025

Ernesto el paquidermo

 


Amigo íntimo de Salomón, elefante de José Saramago, Ernesto, tuvo la misma infortunada suerte de aquel. Fue capturado y sodomizado por un Sultán, cuyo nombre fue borrado de la historia, tales eran sus atrocidades.

Ernesto, pudo escapar gracias a la octava esposa del Sultán, ella adoraba su trompa. Por eso arriesgó su vida, realmente la perdió, para que Ernesto pudiera embarcarse al Nuevo Mundo. Después de un tormentoso viaje de tres meses por aguas procelosas llegó al Río de la Plata. Era invierno. Se congeló a los tres días.

Cuando lo encontraron bajo kilos de nieve, descubrieron el color rosado de su piel.

Ahora se exhibe en un museo, donde los niños apuntan en su libreta su asombrosa historia. Salomón, el elefante de Saramago, al contrario de Ernesto, nunca se encontró su cuerpo.

jueves, 29 de mayo de 2025

Brindis prematuro

 


Es extraño cuando se levanta la copa pensar en Hölderlin. 

Las cosas se rompen y la infancia se bebe.

Las venas se abandonan al cuello. 

Se chupa el sueño inútil de las horas.

De qué nos sirve si las manos tiemblan al subir la copa.

Un ángel sobrevuela con aliento de ginebra.

Los labios se cierran en un Do de queja.

Bisoño es el vicio degollado.

¡ Salud!

lunes, 26 de mayo de 2025

Fraternidad deslucida

 

Yo sabía que la amistad se colorea como las píldoras que le daban a mamá para distraer su agonía. Lo sabía, porque sí. Nadie me lo dijo. Él es muy egoísta, pocos días conviviendo, y siempre creo que es otro. Es amable, deja hablar a los demás. Si no fuera mi medio hermano de seguro me dolería menos.

Se conocieron tarde, él, hijo de su padrastro y ella a su vez hija de una madre difunta. Llegaron a la casa de su mismo padre, cómo negarlo. Después del velorio se dieron la mano y un beso en el cachete, frío, húmedo y arrepentido. Él, un solterón correoso, ella, novia siempre dispuesta, exigente, repleta de manías.

-Podíamos ser amigos. Le dijo ella con ilusión.

-No necesariamente, contestó tajante, abrochándose el primer botón de la camisa.

El silencio de la casa tiene el humo de mamá. Los cigarrillos eran la llave de su paraíso. Cuando llegó mi medio hermano y me contó la enfermedad de su abuela, me sentí acompañada.

Supongo que todo empezó como un juego, ella lo miró, con las precauciones de siempre, indiferencia, mirada diagonal y fingiendo desinterés, él, aburrido como era, ni siquiera la saludó, solamente ojeo las bellas rodillas que se asomaban por su falda verde de una tela sintética y carente de estilo.

Mamá nunca quiso mudar de marca, eternamente los mismos cigarrillos sin filtro, de esa cajetilla blanda con un logotipo en forma de blasón. Desde niña los compraba en la tienda de Doña Rosita, al otro lado de la casa, esperaba siempre ansiosa que me mandara comprar porque me quedaba con el vuelto y ya sin preguntar, compraba unos muñequitos de goma. Me gustaban los azules, sabían a menta. No tengo dudas, esta casa tiene cuando queda en silencio el humo de mamá. ¿Será posible? Ellos se divorciaron cuando yo tenía once años, ¿seguían viéndose? No lo creo. Mamá quedó muy herida, con un rencor que se le notaba cuando escuchaba su nombre, apretaba el puño como si quisiera golpear hasta la imagen. Pero huele al humo de mamá, ella era un cigarro, impregnada en piel y cabellos.

Él, vivía con su abuela en una casita pequeña de granito en Guimarães. Trabajaba en una tienda de herrajes. Vendía de todo, hasta apeos de labranza. El dueño de la tienda lo estimaba, podía contar su vida sin que su empleado lo interrumpiera y de vez en vez le preguntaba como si estuviera interesado. Él, aprovechaba esta circunstancia y sacaba provecho. Ganaba lo suficiente para mantenerse. Vivía con su abuela. Enferma, tenía que bañarla todas las noches con agua tibia para que las llagas ulceradas no se infectaran. Ella, dueña de la casa, lo miraba suplicante y agradecida. Quería morirse y no podía. Él, ignoraba esas miradas y pasaba la esponja por la piel de su abuela, así hallaba consuelo.

El papá vivía en la capital, dentista de profesión, tenía su consultorio y no le faltaba clientela. Cordial y con la labia florida, engatusaba a sus pacientes. Con la boca abierta escuchaban sus historias salpicadas de groserías que aprendió en la tropa cuando estuvo en la marina mercante. Ganaba bien y se daba sus lujos nocturnos, baile y amor eran sus debilidades. Viudo por segunda vez, tenía los impulsos controlados y el bolsillo para comprar medias horas de felicidad.

Él, llegó en el tren de las cinco, tomó un taxi. La casa de su padre tenía dos pisos, una reja negra y una puerta muy antigua de “carvalho” bermeja. Tocó el timbre y esperó a ver el rostro de su padre. Dilató las pupilas cuando vio a su media hermana abrir la puerta. Sabía de su existencia, pero nunca la había visto. Se dieron la mano y un beso en la mejilla. Ella gustó.

- Lamento lo de tu madre, le dijo solemne.

- Gracias, le dijo ella esquivando la mirada.

- Los he llamado, dijo el padre vestido con una blanquísima bata de dentista con su nombre bordado en el bolsillo izquierdo en color azul: Dr. Rovira. Los he llamado, para confraternizar, para limar asperezas. Ya es tiempo que la desgracia que han vivido, tú con la muerte de tu madre y tú, con la muerte de tu abuela, dijo seguro, como prescribiendo un desinflamatorio y analgésico, ya es tiempo de conocernos. No esperaba contestación, sabía que habría reproches y para evitarlos, continuó con su mejor sonrisa. No quiero que comprendan, sólo que admitan, es hora de la verdad y no hay fórmulas. La verdad vacía vanidades. No hay que llorar de más y lo digo por ti, Armando, eres hombre y sabes que aguantar es buscar solución. Puedes pensar cualquier cosa, pero no te voy a dar cargas inútiles. Tú, mi olvidada Liliana, será más difícil el consuelo, pero sábete que lo voy a intentar. El Dr. Rovira continuó con palabras simpáticas.

- No sigas, papá, que no estás con tus pacientes, dijo Armando fastidiado buscando el cuarto de baño. Quería orinar, siempre que se estresaba tenía que orinar.

- Yo estoy de acuerdo con Armando, Dr. Rovira.

- Sé que nunca me llamaras papá, tampoco lo busco.

- Es mejor así, dijo ella, alisando su pelo negro lacio.  Asomaban algunas canas en la raíz.

- ¿Qué es entonces lo que quieres? dijo él, regresando del baño, todavía intentando secarse las manos con el pantalón.

- Sólo quiero que se conozcan. Los pocos días que pasaran en esta casa ayudaran. Les informo que el notario viene mañana. Voy a firmar el testamento y quiero que escuchen ahora, para evitar confusiones.

- No me interesa. Puedes dejarme en paz. Dijo él, enrojecido, apretando el puño como si preparara un golpe.

- Eso lo decido yo. Gritó el Dr. Rovira, sólo escucha y convive con tu media hermana, sólo unos días. Después te marchas si se te pega la gana.

Ella, fingiendo estar calma y acostumbrada a presenciar escenas en conflicto se tocó el estómago y dijo lastimosamente, mientras ustedes se confrontan yo muero de hambre, ¿les parece correcto?

¡Igualita a tu madre! Sentenció el Dr. Rovira. Me acuerdo de que siempre se escabullía a los conflictos elegantemente. La comida está lista, pasemos al comedor, contraté una señora que guisa estupendo.

Él y Ella se sentaron frente a frente y el Dr. Rovira en la cabecera. Comieron en silencio como si hubiese un toque de queda. Llegaron al café y ninguno se atrevió a comentar por la rica cena, arroz de pato y un postre de fresas con chocolate negro. Estoy muerta de sueño, dijo ella. Tendremos tiempo de platicar mañana. dijo el Dr. Rovira. Sus cuartos están en el primer piso, me tomé la cordura de poner sus iniciales en la puerta para evitar palabras sin sentido.

Él y Ella, entraron a sus respectivos cuartos indiferentes. Ni unas buenas noches. 

Este cuarto huele a mamá, no tengo dudas. Se movía alrededor del cuarto levantando almohadas y abriendo los roperos vacíos. Ni siquiera abrió su maleta. Se recostó y adormeció. A las tres de la mañana no pudo resistir la tentación de preguntar a su medio hermano sobre su vida. Se levantó y dio tres tímidos golpes a la puerta de su medio hermano. Él abrió de inmediato. No podía dormir. 

- ¿Qué quieres?

- Conversar, dijo ella, tratando de acomodar la blusa medio abierta. Sé que nuestros padres son distintos. Nuestras madres nos parieron antes de conocerlo. Podíamos ser amigos. Le dijo ella con ilusión.

-No necesariamente, contestó tajante, abrochándose el primer botón de la camisa.

El Dr. Rovira, con el oído sobre la puerta, intentaba escuchar. Se frotaba las manos un poco por el frío de la desvelada y otro tanto por la esperanza de que pudiera tener ahora sí, una familia completa para su vejez. Voy por el camino cierto, se dijo satisfecho de sí mismo. Se gustan.