Pasando el río, dijeron, se encuentra la frontera. Duele cuando se recuerda. Resistieron. Se les veía manotear. Boquear. Bracear. Los altavoces, como trompetas de Jericó, desquiciaban. No importaban las plegarias, ni las suplicas, ni el miedo, ni el cansancio, sólo ese punto fofo del otro lado del río. Cuando cruzaron, ni una palabra entre ellos. Cada quien buscó sus pasos.
DEMASIADO
-
Nos lamentamos
de que era demasiado joven para morir,
pero olvidamos con frecuencia
que nunca eres demasiado
mayor para vivir.
Hace 2 días.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario