Pasando el río, dijeron, se encuentra la frontera. Duele cuando se recuerda. Resistieron. Se les veía manotear. Boquear. Bracear. Los altavoces, como trompetas de Jericó, desquiciaban. No importaban las plegarias, ni las suplicas, ni el miedo, ni el cansancio, sólo ese punto fofo del otro lado del río. Cuando cruzaron, ni una palabra entre ellos. Cada quien buscó sus pasos.
402. Eduardo Galeano II
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Textos tomados de El cazador de historias (2016)Eduardo GaleanoConcurso
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