viernes, 9 de enero de 2015

jueves, 8 de enero de 2015

Ángeles crecidos


En lo mas hondo de la vieja ciudad, antes que las alcantarillas humearan la respiración de las entrañas terrenas, ellos ya se frotaban las alas con alcanfor. Con el silencio endurecido y los riñones repletos como cualquier mortal, se pasean al alba. Son profesionales del desprecio porque son sordos a las suplicas. Muertos de sueño, andan fugitivos de alegría tatuando con su orines las paredes de los edificios. Cambian de sexo con gran frivolidad, con la esperanza de engañar a los necesitados de caricias. Quien los mira, piensa en lo sagrado para enloquecer en el fango de la promesa no cumplida. Como una pena ya sin piel, ellos tienen una alta calma y machacan con cinismo las pocas rebeliones emboscadas en los prostíbulos.

Con el hambre del varón y el misterio de la hembra, se reproducen así mismos como el miedo. Si los miras al alba en cualquier época del año, no te engañes, son los Ángeles crecidos. No hay triunfo ni consuelo en este encuentro porque la rabia se limpia los colmillos.

Tinta/papel 20 x 30 cm.

miércoles, 7 de enero de 2015

Julieta de Lourero


Julieta de Lourero, rubicunda dama de mediados del siglo XX, vivió entusiasmada de su talle hasta que un día, su madre, una bárbara venida a menos, le sugirió probarse el vestido de bombasina, regalo de un pretendiente napolitano que se llevó sus joyas, la honra no, porque esta siguió en extravío en una inusual sed geográfica.

- Mamá, no me gusta la bombasina
- Si te gusta. A toda la gente le gusta la bombasina. EL color es lindo. Lo que pasa es que no cabes. Yo, a tu edad, dispenso decirte lo bien que me sentaba. Es más, todavía me viene.

Julieta de Lourero, piadosa como era, guardó la daga que llevaba siempre oculta entre las amplias mangas de su blusón. Julieta de Lourero se gustaba. No necesitaba hombre para sentirse bella. Un fuego interior le recorría, como ese de su admirada Susan Sontag, odiada en casa y casi en toda la ciudad.

No se sabe con certidumbre la verdad, lo que no es rareza, pero un día apareció colgada en su habitación con una tira del vestido de bombasina la bárbara madre. La turba multa señaló a Julieta de Lourero como la irremplazable asesina. Soportó como Diosa las injurias y los escupitajos que escurrieron por su linda cara. Orgullosa de su talle estuvo en prisión tediosos tres años. 
Su liberación, fue una afrenta más para su bárbara madre, al saberse que el napolitano, era el hijo del padre de su concuño, que al sentir la amenaza de contarse la verdad de su historia, no toleró más extorsión y juró vengarse.

Algunos historiadores que trabaron conocimiento de la historia afirman que Julieta de Lourero, vive sin sacrificios vanos y quitada de la pena en un silencio tonificante.

Acuarela/papel 30x 30 cm.

martes, 6 de enero de 2015

Despiste mágico


- No era él.
- Que sí. Yo lo vi. Montado en su caballo.
- Yo no vi nada.
- Era Gaspar, no tengo dudas. Todavía huele a montura.
- Sueñas. ¿A caso no sabes dónde estas?
- ¡Claro! En Portugal.
- Y no sabes que Gaspar es mal orientado.
- Es verdad.
- En todo caso el que vendría sería Baltasar. Es más cercano y conoce los rumbos.
- Tienes razón. Tal vez me confundí, como no sé a que huelen los elefantes.
- Obvio. 
- Pero, parecía caballo.

Fotografía: Estátua de Vímara Peres na cidade do Porto, obra de Salvador Barata Feyo, em 1968

lunes, 5 de enero de 2015

Quedaron tres


Apócrifos desde un inicio cabalgaron por Persia donde estudiaron la unción de los símbolos con la realidad. Eran muchos y sus nombres quedaron inscritos en la arena del desierto, por eso han desaparecido. Tan grande fue su erudición, que ya habían previsto que los dones de su pensamiento serían escondidos dentro de los zapatos infantiles. 
Darissa de Ecbatana, dejó escrito que tres Magos llegaron ataviados con la angustia del extravío, anduvieron varios meses siguiendo las estrellas para encontrarse al final del camino con la certeza de que el regreso sería menos fatigoso. En ese trayecto fueron obsequiando a todo los niños que salían a su paso algunas palabras de aliento, dulces, incienso, sándalo y dátiles que los niños agradecían y preguntaban ansioso cuándo regresarían. Ellos, por no desanimar, prometían que al siguiente año regresarían. Como matemáticos acostumbrados a la exactitud, cumplieron su promesa por 12 largos años. A partir de entonces, el mito del eterno retorno alegra las almas inocentes.

La imagen que ustedes miran es el resultado del retrato hablado que la propia Darissa de Ecbatana, recogió de los testigos, que ya adultos y con poca memoria describieron ante sus pacientes oídos. 
El diseño esta remasterizado para su mejor definición.

Acrílico sobre tela.

viernes, 2 de enero de 2015

Cuadros de una visión inconclusa


I
Los seres se forjaban en el alba de la sensibilidad física. Su pasado era un cúmulo de memoria empolvado en grandes archivos de la biblioteca central.
Estos seres no se acomodaban en ningún espacio referido por los límites de la visión. Surgían sin reclamo específico, sólo duraban en la antesala de cualquier dato sensible.
Si nos fuera dado conocer sus aromas, ninguno se mostraría tan alevoso como cuando se les reclama, mostrando la ironía básica de su existencia.
Yo los conocí cuando apenas eran un soplo y desde entonces, no hay más que esperar un deshonor de mis ratos en torno a una pálida evocación a los juguetes, para que ellos se muestren.

II
La arritmia carcomida por los rumores de luz desenvuelve la posibilidad de encuentro. La primera como sabor y la segunda como tacto. Cualquiera de las dos carece de sentido, pero permanecen ambientalmente sobre las cortinas, que revelan a intervalos de viento, lo reducido del paisaje. Manjar siempre en discordia con el apetito; antojos sin paladar y sin aliento al paso del placer.

III
De color sumamente áspero, los rincones dormitaban sobre sus aterrados polvos en el almacén intocable de la mugre. A semejanza de las entrañas viscosas del iluminado pabellón de los misterios.

IV 
Azotados por el vapor, las pequeñas hojas golpeaban plácidamente sobre las piedras, atónitas por su fragilidad de tacto y su inmediatez de…

V
Quiero que sepas que hacía más de cinco años no volteaba a mirar las figuras que disponían la entrada.
Prefiguraba ideas acerca de sus contingencias, irrelevantes para su trasfondo, pero inevitables para el desarrollo de mi espacio.

VI
EL anhelo de disentir una vez más en los entornos de la emoción, eclipsa bellamente el círculo atontado de las horas.

VII
Sin esperanza, se perdían en un sonoro dolor todas las visiones divinas que el antojo colocaba, como feliz desencanto a la certidumbre de saber, a pesar de los errores, la existencia de un mundo nuevo, que presumía de sumir hasta el centro su huella y que ahora se perpetuaba como temperamento.

VIII
La silla dispensaba su sombra, borrando su aquilatada soberbia en una extensión inusual sobre un piso decrépito y jorobado, pasando sin lugar a dudas por una reconvención de la luz, que oblicua llegaba a tocar los perfiles de cedro bronceado.
IX 
Las desfiguraciones poéticas se transfiguraban en una narrativa histórica, en cuya evolución anárquica las leyes naturales fantaseaban.

X
Regordeta, la roca húmeda, pesada y sorda, percibía su erosión como maquillaje disoluto.

XI
El lago claro y tibio se desliza en la sombría cera de la llanura.

XII
El paisaje peca de esgrimir la figuración como fin.

XIII
Al cerrar la puerta el reflejo se retorció hasta el alarido. Su última bocanada de luz incolora y fina se impregnó en las ventanas.
Asesinato inútil y perfecto. 

XIV
Estiraban las manos con una apetencia sólida de encontrarse con la luz, así con la ruindad del dormitado, sin darse cuenta de su desnudez que rozaba el simulacro del descanso. Imaginaban que todas esas horas de espera significaban la primacía de hallar, a solas y en secreto, la revelación de un misterio maravilloso y eterno: la mañana apresada por la luz.
Al llegar ese momento se encontraban sus dedos gesticulando sin descanso. La nada en círculos canturreaba afirmaciones poco precisas, para desconcertar a cualquier existencia; fanfarroneando su intromisión en los objetos que, a pesar de ser reales el ambiente les desfavorecía. 

XV
El ser como delirio de libertad, padece evaporaciones sustantivas.

XVI
Las eternas dudas se dispersaban por las hendiduras, carcomiéndolas hasta dejar orificios minúsculos que saturaban la superficie de manera tan pertinaz, como si una voluntad extraña arrojara su presencia sin contemplaciones.
Yo me encuentro acotado por el intenso frío que produce la estática de la visión, indeciso de cavilar sobre la dilatación de la pupila; sumido en una petrificación sudorosa, que no conduele a la antigua movilidad de los dedos. EL escepticismo me perfila como reptil confundido en su alboroto.

Esas normas que persiguen toda disparidad de los contornos, ciegan cualquier intento por desprenderse.

Texto publicado en la Revista Monolito XV

jueves, 1 de enero de 2015

Enero 2015. El inicio


Mi estimable clientela, El Abarrote levanta la cortina en este nuevo año 2015 con la costosa alegría de lo recién nacido. Se dilata la fortuna de los costales repletos de maíz y la refinada harina blanca que una vez por semana hornea a esos furtivos panes que nos sirven de merienda, reposa en las bandejas. 

Tengo que comunicarles con los labios de inocente empresario de barrio alto, que el Calendario 2015 “Ángeles sin Guardar” ya esta en los hogares de las amables compradores y otros calendarios ya tomaron el curso indicado. Por ese feliz motivo, les hago saber a todos los que pasen a leer que: por respeto a los poseedores del Calendario 2015, los dos primeros meses no aparecerá en el mostrador del Antojo la imagen del Ángel que no guarda el mes de enero y el mes de febrero. Lamento si esto les causa algún disgusto y los animo, si así lo desean, a pedir su Calendario “Ángeles sin Guardar” y el señor Don Camilo los atenderá como se merecen. 

No se preocupen (si es que se preocupan) les enviaré estos dos meses mis respetos y mis saludos como cada mes. 

Que tengan un buen inicio y que el trigal crezca fuerte para hermanarse con los maizales.

martes, 30 de diciembre de 2014

Agua Nueva 2015


La fragilidad de los embutidos y la severidad de las semillas, motivan a este Abarrote a darles, como cada año, mi deseo fulgurante de que el paso al nuevo año les sea aromático, como esa infusión de azares que bulle en las mañanas.

La gota del tiempo se mece en el agua que lo cubre. Se germinan los unicelulares días con las lenguas candentes de los osados y cristalinos pensamientos. Por la corriente, miles de carátulas, como un cardumen, vibran y cambian de sentido al menor responso. El tic tac nos marca oxigenar nuestras calles y dejar la cubeta fuera de casa para captar la lluvia amiga. 
Cambiar de tiempo es mudar el agua y su resaca. Así como se bombea ese liquido que nos circula rojamente, confesemos nuestro gozo por seguir en la corriente.
Que no se anegue este transito de año que te viene y encuentres la orilla litoral en las horas que te mojan.

Un abrazo para el repique del quince porque el catorce ya no ulula.
Un abrazo para el repique del quince porque el catorce ya no ulula.
Un abrazo para el repique del quince porque el catorce ya no ulula.

Acuarela/papel 20x 30 cm.

Resquicios del catorce


Como si fuera un antifaz con una a sonrisa metálica que nos indica que los sesos de nuestro cráneo son un trampolín para el poeta y oportunidad inmobiliaria para el potentado, la realidad se nos presenta inexorable. Parece penitencia cotidiana ver cómo pasan los días expuestos al deslumbramiento de lo que hay detrás, del otro lado: la otra orilla. Ese otro latido que vislumbramos, como quien levanta el fantasma del viaje. Desde nuestro armario sacamos los pañuelos de lino para aventarlos por los huecos que nuestra mano puede penetrar. El eterno oleaje de las cosas es leal, como esa fatiga al retorno, como esa ineptitud cultural que a todo se acostumbra. No se puede dudar con ese apego a la noria. La palidez del paisaje solo se aviva con la tentación descriptiva. La ceniza es para calcinar el poco viento que se cuela por el antifaz metálico que ríe como si gozara de impedir la visión de conjunto. 

La consciencia es un simple tintineo caritativo que se acomoda en los resquicios del catorce. El quince viene con el escote abierto. Cortejemos.

Fotografía: vista del río Douro dede Vila Nova de Gaia, Porto Portugal.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Vuelta a la manzana


Cuando se cansó de mirarse en los espejos decidió tener vida. ¡Esa manzana no!, le dijeron, porque es para Caperucita. Esa otra ¡no! porque tiene gusanos. La reineta tampoco porque es para la mermelada de la abuela. Desconcertada, se abandonó en esos gestos tristes que tanto la afeaban. Estaba perdida, oyéndose, incapaz de contestarse. Fue entonces, que apareció debajo de su falda, enroscada como esos cuentos infantiles, una serpiente que le murmuró: ten, esta es la manzana que es tuya.

Fascinada, ella la sigue mordiendo, segura de si misma, como hasta ahora.

Acuarela/papel 20 x 30 cm.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Entre sombras


Se la llevó la palmera, quién la miró nunca podrá olvidar sus cabellera negra enredándose en su cuello, el cuerpo tenso y esa sonrisa diáfana. La niña se columpiaba como todos lo días. La cuerda la amarraba en un extremo del balcón y en el extremo de la cuerda un pedazo de madera le servía de asiento. Se mecía de dos a tres de la tarde.
¿Porqué no gritó? Seducida por el penacho de la palmera se dejó columpiar por esa sombra de manos.
Hace tiempo que no vemos a Ruperto, el joven que repartía folletos publicitarios. Sin embargo, la sombra todos los días devora la pared.

Fotografía: Miragaia, Porto, Portugal.

martes, 23 de diciembre de 2014

Felices Fiestas


A toda mi estimable clientela, como todos los años por estas fechas decembrinas me es grato, como abarrotero de ultramar, desearles la mejor de las mesas, donde las viandas apartarán las desdichas y amarguras, para que el sabor tónico resuene y el diente sea el altar del noviazgo amoroso de las coles.

Que la psiquis tenga el son del corazón y la roja utopia de la infancia.

Brindo verídicamente. Con la simetría del armisticio y el frenesí de los abrazos.

Vísperas


Había un árbol, un muelle y un reseco hilo de plata. Alguna vez hubo un cuerpo, un caracol y tiernas cenizas esparcidas por el piso. El sonido de campanas alerta la llegada de la misma historia, pegajosa, inconfundible. El desfile de voces, sin muelle que las reciba y esa plegaria oscura del desencuentro. Las lineas de la mano se entrelazan y un crepitar de deseos insatisfechos culminan la cartografía de los sueños. El talento de la piel puede nombrar otro paisaje, lejos de la siesta, lejos de las moscas. Los Ángeles sin Guardar ya son calendario, pero podrían haber sido agenda, lo mismo da, hay cosas que no cambian y las plumas solo cambian de color cuando se recuentan los instantes. Bautizar de nuevo nuestros huesos, nada más natural en la tormenta.
Había un árbol repleto de luces como el silencio y una hoguera quemaba el hilo de plata. 

lunes, 22 de diciembre de 2014

Me fui con el engaño


No te pude decir el ultimo verso. La razón de mi viaje: una rima asonantada. A la mitad del ruedo me he quedado mirando al tendido y sólo he encontrado el miedo. Sí, el miedo al ridículo. Nunca tuve faena más guarra. No sabía el terreno que pisaba. Me fui a la querencia contraria y sólo ahí pude defenderme un poco del vendaval. Sentía el rejón clavado en la frente y el corinto empapaba mi visión. Embestí a ciegas como buscando cariño. Sentí tu recorte quebrándome los ijares. La sombra me cubrió la rabia y el viento me quebró la cara. Huir no es lo mío y no podía esperar al alba, ni subir a los tendidos, ni a las altas barandas. ¿Que cuál es el último verso?

Tu mirada es una daga.

Acrílico sobre madera 50x70 cm.

viernes, 19 de diciembre de 2014

El impensable


Una mañana del año 1959 el joven Mariano entró en estado vegetativo. De pensamiento contradictorio como todo buen hombre creativo, eligió un principio general de vida: imitar a August Rodin. Leyó todas la biografías existentes. Apasionado especialmente con el libro que escribió Rilke sobre la vida de Rodin. Se inscribió en la Escuela Superior de Actividades del Espacio, que pronto abandonó para trabajar de aprendiz en un taller de artesanos que esculpían en todo tipo de piedra. Durante tres años aprendió el oficio. No había cementerio en la ciudad que no tuviera una tumba en la que no hubiese metido mano. Vírgenes, ángeles, bustos de hombre y de mujer le sirvieron para adquirir la maestría de solucionar la tercera dimensión. Con la fama bien ganada, un arquitecto lo contrató para realizar una figura de hombre en tamaño natural, en piedra, que estaría colocada en un céntrico edificio como remate en el vano del dintel. De inmediato pensó en Rodin. Infinidad de proyectos se amontonaron en su taller. Cuando el arquitecto fue a visitarlo para escoger la escultura, y después de observar con detenimiento, no tuvo ninguna contemplación en comentarle que le parecían escandalosamente imitaciones del Pensador. A punto de salir del taller, casi se tropezó con una escultura que estaba arrumbada entre bloques de granito. ¡Esa!- exclamó entusiasmado. Era una escultura con las rodillas en tierra, con los brazos alzados y las manos apoyadas sobre la nuca y la cabeza inclinada hacia la izquierda mirando hacia abajo.
El arquitecto, no perdía la oportunidad de contar la historia del imitador de Rodin y que gracias a él, había salvado a la ciudad del escarnio urbanístico.
La escultura poco a poco consiguió cierta notoriedad y las personas comenzaron a llamarla: El impensable. 

Desconsolado, el ya no tan joven Mario, cada vez que pasa por la Praça da Libertade y mira hacia arriba, un desconsuelo estético lo paraliza.

Fotografía: Praça da Libertade, Porto, Portugal.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Clarita se vende


Por falta de terreno apropiado y pastura que alcance, se pone a la venta un ejemplar único en su tipo. De mediana edad, se encuentra en plena producción láctea. Tiene como es natural, hábitos ungulados. Es hacendosa, nunca interrumpe cuando se le habla y siempre, en sus grandes ojos negros, aparece una templanza pastueña que calma los afanes de este mundo enloquecido. 
Su nombre es Clarita, así, en diminutivo, porque ella no responde a los gritos. De una claridad de principios inobjetable da gusto cepillarla cada fin de semana.
Con el espíritu navideño que espero que usted tenga, no pondrá objeciones relevantes para brindarle todas las oportunidades de vida que infelizmente no he podido darle.
No tiene compromiso alguno, por ello no se preocupe de que pueda tener al novio tocando a su puerta.
Exhibición permanente para que usted pueda revisar el buen estado en que se encuentra. Le aseguro que no se arrepentirá.
Lo esperamos en la Rua de Santa Catarina.
Precio a tratar.

Fotografía: Astorga, Rua de Santa Catarina, Porto Portugal.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

La Posada de enfrente



Sin estrella pero con fortuna llegaron a la posada pasaditas las ocho de la noche. Doña Matilde, la anfitriona, tenía sus pies tan hinchados que sentada en el sillón de la sala recibió a los peregrinos con una sonrisa constreñida. Junita, su hija, no tenía descanso, los 16 años que le corrían despertaban la codicia de Pepe y Andrés, compañeros de colegio, que no paraban de recorrer con miradas navideñas el nacimiento de Junita al mundo de la tentación. Juanita, llenaba las canastitas de papel con chocolates y colación.  

- Si no hay ponche me voy - llegó gritando Melquíades con su nueva esposa del brazo, una morena de ojo saltón y frente estrecha, Doña Matilde que ya sabia de sus inclinaciones, mandó a Junita  por la botella de brandy para que se la diera a Melquíades y así evitar bulla con Josefa, su primera esposa, que con sus dos niñas arreglaba el pesebre.

- ¡Juanita!,  gritó Doña Matilde. Pon música, que no es velorio. Ponte los villancicos que me regaló tu primo, haber si con eso lo perdono. Eso de meterte mano no me ha gustado nadita.

- Juanita,  ¿no oyes la puerta?

Doña Matilde al ver entrar a su compadre Fidencio, se levantó como si vislumbrara el camino de Belem. Viuda persignada, no daba por perdido un tuqui ticu con el compadre, que al fin de cuentas también era viudo.

- Siéntate aquí mi Fide, pero que guaperro vienes. Tómate un ponchesito conmigo, mira que le puse hartos tejocotes, guayabas y pasas, tiene poca caña porque el muy infeliz del Chucho sólo me guardó tres kilos.

-Doña Matilde, que bonito le quedó su nacimiento. Con tantos borreguitos. Ay que me da una ilusión.

-No me vaya a lloriquear Chonita. ¿Me trajo los pastores; esos altotes con el pelo rizado? La verdad es que esos prietitos que tengo son los que le gustaban a  mi marido, que en gloria este, y a mi, le soy honesta, no me cuadran nadita. ¡Chamacos! dejen de corretear, salgan a la zotehuela que aquí me van a tirar el árbol.

-¡Juana! ¿Qué pasa con esa música?

- Ya esta, mamá.
–!Súbele!… Eso. Una posada sin villancicos no es posada.

“La Virgen se está peinando
Entre cortina y cortina
Los cabellos son de oro
Y el peine de plata fina

Pero mira como beben 
los peces en el río
Pero mira como bebend
por ver a Dios nacido
Beben y beben 
y vuelven a beber,
Los peces en el río 
por ver a Dios nacer”

Amigos y familiares no dejaron de llegar. En veinte minutos la casa ya rebosaba humores de paz y armonía. Bueno, al menos era la intensión de todos. Pequeños roces no son relevantes para destruir la reconstrucción de la fiesta. Por eso cuando Refugio, le dijo unas cuantas verdades a Margarita entre la gordita de mole y la ensalada rusa, no modificó el espíritu navideño. O cuando Felipe le dio un tortazo en mera jeta a Rubencito, el sobrino de Doña Matilde, se apresuraron a minimizar el incidente atribuyéndolo al exceso de brandy “Presidente” en el ponche. Las miradas de odio circulaban como los buñuelos que había traído Suzanita. “Esa fulana debía de traer cocadas”, dijo Mirella, prima de Juanita, Porqué, preguntó Laurita. “Porque es una descocada” concluyó Mirella, levantando la ceja lo más que pudo.
Doña Matilde como si fuera la reencarnación del ángel, anunció que había llegado la hora de pedir posada. Inmediatamente se pepeno del brazo a su compadre Fidencio, “tú te quedas aquí conmigo”, le susurró con dichosa esperanza. “A ver”,  dirigía Doña Matilde, “todos los niños afuera, Suzana, tu también. Los demás adultos para dentro”  concluyó.
Juanita repartía las letanías  que todos cantarían: los posaderos desde dentro y todos los peregrinos, los de afuera.

- Junita, tu le vas hacer de virgen y de San José… Manolito.
- Pero mamá, si es un niño, protestó Juanita.
- Por eso, si tonta no soy, aseveró Doña Matilde.

Todos en fila, detrás del pesebre con los bueyes y el niño Jesús que llevaban Juanita y Manolito. Comenzaron a circular con una velita de colores encendida en una mano y la letanía en la otra. Los que sabían de memoria la letanía encendían  luces de bengala.

En nombre del cielo 
os pido posada, 
pues no puede andar 
mi esposa amada. 

Los de adentro, respondieron a coro  con gran satisfacción, sobre todo Doña Matilde y Fidencio.

Aquí no es mesón 
sigan adelante, 
yo no puedo abrir 
no sea algún tunante. 

No seas inhumano, 
tennos caridad, 
que el Dios de los cielos 
te lo premiara.

Respondían los de afuera a pleno grito, porque la cera derretida de la vela los tenía con las manos henchidas de bolitas calientes que se enfriaban y quedaban como costras de colores.

Ya se pueden ir 
y no molestar 
Porque si me enfado 
los voy a apalear. 

Los de adentro disfrutaban del pequeño poder que les brindaba la tradición navideña.

Mi esposa es María 
es Reina del Cielo 
y madre va a ser 
del Divino Verbo 

Los peregrino (los de afuera) respondieron a media voz, ya que terminadas las velitas, sacaron sus smartphones y enviaban frenéticos mensajes de paz a todos sus amigos.

Entren santos peregrinos, 
peregrinos reciban este rincón 
Y aunque es pobre la morada,
la morada os la doy de corazón 
Cantemos con alegría, 
alegría todos al considerar 
Que José y María y María 
nos vinieron a honrar 

Los de adentro, entusiasmados por demostrar su generosidad una vez por año, abrieron la puerta.

- Juanita, pon el pesebre en el nacimiento. Quietos niños, ordenó Doña Matilde. Todos otra vez afuera que vamos a romper la piñata. Juana, dile a esos dos: Pepe y Andrés que tomen el mecate y se suban a la azotea, haber si así te dejan de estar viendo las piernas. Deberías ponerte unos pantalones, por respeto al niño Jesús. Esta niña me va a sacar los tejocotes por los ojos, le comentó a Fidencio.

“Ándale Juanita, no te dilates con la canasta de los cacahuates”

Juanita llenaba la piñata, una estrella con siete puntas, como debe ser, una por cada pecado capital. Muchos cacahuates, limas, mandarinas, naranjas y pocas cañas abarrotaban la olla de barro de la piñata.

“No quiero oro ni quiero plata. Yo lo que quiero es romper la piñata”

Con un palo de escoba y una pañoleta amarilla amarrada a la cabeza al primer candidato le daban vueltas sobre su propio eje, hasta el punto de quedar mareado, comenzaba a dar palos de ciego a una piñata que desde la azotea, era levantada hacia arriba o hacia abajo procurando siempre que el golpeador errara el blanco.

“¡Dale dale dale no pierdas el tino porque si lo pierdes pierdes el camino!”

Por una imperdonable distracción. Juanita no se puso los pantalones ordenados por su madre. Pepe y Andrés dejaron inmóvil el mecate y la piñata suspendida fue alcanzada por un buen palazo rompiéndose en mil tejas de barro. Una marabunta de cuerpos se lanzó al piso después de que en cascada la fruta cayera. Cinco moretones, cuatro heridas profundas en sendas rodillas fue el resultado colateral de las sonrisas que mostraban sus frutas magulladas.

Saciados de festejo, antes de que dieran inicio los reproches post algarabía. Doña Matilde, del brazo de Fidencio, arrullaban sus miradas con el vapor del undécimo jarro de ponche.

- ¡Juana! Pon música. ¿Dónde se habrá metido esa? ¡Juana! 

lunes, 15 de diciembre de 2014

Una estirpe


Los que oyen la historia todavía se estremecen. De boca en boca fue creciendo el valor del marinero Martín Costas. Por los mares del Sur, el navío de Martín, de 30 metros de eslora, una madrugada del 3 de Febrero del año de San Crispin y de San Crispiniano, un enorme monstruo marino batió con su enorme cauda en la proa. La tripulación intentó mantener la calma y el timón nunca estuvo tan fuertemente sostenido. La desgracia ahogaba las gargantas como el agua de mar a la embarcación. Martín Costas, logró afianzarse a lo que quedaba del velaje. Sostenido a flote con la mano izquierda y con la derecha haciendo la señal de la santa cruz, se encomendó a San Crispin y a San Crispiniano; observó que el monstruo marino se retorcía emitiendo quejidos entrecortados. Del vientre del monstruo marino pudo notar que salía una monstruosidad envuelta en una aureola de vapor. De repente, la calma siguió al hundimiento de la monstruosa madre. La cría comenzó su ondulante movimiento y se acerco a Martin, buscando el pecho salvador.
Durante tres días estuvo a la deriva en dirección norte, hasta que una barcaza de pescadores de almeja lo rescató. Lo subieron con dificultad porque él abrazaba fuertemente un bulto verde y viscoso como si fuera un tesoro. Al principio los pescadores pensaron que se trataba de un revoltijo de algas que le habían servido para sobrevivir y por ello, se aferraba, como si al perderlo se le fuera también el sustento. Al recobrar la noción de la realidad, abrió los brazos y deposito con cuidado una monstruosidad inmóvil. Conmovidos, los marineros al ver las lágrimas de Martín Costa, dolido de no poder salvar a la criatura, convencieron al alcalde del la ciudad ribereña de conmemorar el hecho en el jardín principal. Por eso, el día 3 de febrero, alrededor de la fuente levantada en su honor, se repite, hasta altas horas de la noche, la historia verdadera de la llegada al mundo de una monstruosidad de origen marino.

Fotografía. Fonte na Praça do Marquês de Pombal, Porto, Portugal.