Un destello terrestre se convirtió en boca corazón. Una mancha de amor entretejido por Virginia, laque callada dejó a la cigüeña con los nervios crispados. Encima de la mesa están las cartas de bellas palabras que clavan su anzuelo de enamorado. La mirada niña nunca creció y los cascabeles se pegaron a su ondulada falda. Se mordía las mejillas y con su nostalgia consanguínea dejó los catalejos como epílogo. La boca cerrada encaló el corazón y una pesadilla y el bostezo quedaron como última ola celeste.
Los días son iguales.
No hay derecho.



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