miércoles, 21 de enero de 2009

La Ciudad del Camello

Las palmeras y sus dilatados dátiles, ocultan cuando bajamos de la colina, la ciudad del camello. Cuando nos acercamos, la blancura de sus casas nos recuerda esos jueves abiertos, cuando nuestra suerte era menos llamativa y nuestra memoria tenía la tensión de nuestros músculos.
A primera vista parece que la ciudad no tiene puerta de entrada pero, sólo es un engaño cálido de horas de caminata y el ansia contenida de beber para calmar el peso de nuestra lengua. Un gran arco, como si fuera una gran pelvis nos recibe, como si al entrar se terminaran nuestros miedos. Dicen que el constructor de esta ciudad, no se conoce el nombre, y sólo por tradición oral, que fue llevada y traída por cuanta arena es conocida, era dueño de doscientos camellos. Próspero y agradecido imaginó esta ciudad.
La ciudad está dividida en dos barrios que parecen dos jorobas. En la joroba que da al norte, están las pequeñas casas de sus habitantes. Todos fueron camelleros alguna vez en su vida. En la joroba que da al sur está el mercado con infinitas mercancías traídas por las caravanas que cada dos años llegan a la ciudad.
Sus calles son anchas como labios de camello y entre la llegada de las caravanas, la ciudad queda adormecida, rumiando inmóvil los caminos recorridos.
Sus habitantes hablan poco, ellos tienen la mirada fija, como si repasaran mentalmente lo andado. Las mujeres tienen las caderas anchas como la puerta de entrada a la ciudad. No hay niños por sus calles. Como si fuera un hechizo temporal, cada dos años, algunas mujeres, las que todavía lo consiguen, paren robustos y morenos niños que inmediatamente son adoptados y alimentados por las caravanas.
Si alguna vez tienes oportunidad o la suerte de visitar la ciudad del camello, nunca olvidarás esos ojos prendidos en la lejanía, ni el corpóreo dolor de la distancia.
Sergio Astorga


Acuarela/papel 20 x 39 cm

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bella pero que trister debe de ser esa ciudad sin la sonrisa ni la mirada de un niño, que silencio más aspero sin ninguno correteando por sus calles.

Que bello cuento Sergio y que bella acuarela aunque la noche fria parezca estar rondando...

Un abrazo sin silencios forzosos.

Lola Mariné dijo...

Bonita idea esa de asociar las jorobas de los camellos a la imagen de la ciudad.
Aunque sí, tiene que ser muy triste una ciudad sin niños.

Sergio Astorga dijo...

Triana, entre las multiples ciudades esta del camello, la infancia es trashumante, y me decía un camellero (de algún sueño), que la sonriza y los juegos y la enseñanza de los niños es impresindible en las caravanas para que estas no tengan deseos sedentarios.
Un abrazo ncturno.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Lola Mariné, existe otra ciudad que se fundó en la cola de una ballena y que emerge y sumerge cada hora y hay otra ciudad diminuta que se fundo a la vera de unas setas y por la humedad sus cuerpos son lustrosos, pero despiden un olor para olvidar.
No te puedo decir si es trizte la ciudad, sus habitantes sólo tinen la mirada fija, pero no tienen arrepentimiento, ni deseos de tenerlo.
Un abrazo en O.
Sergio Astorga

Marisa Peña dijo...

Es precioso...Me gusta ese ambiente de "mil y una noches" y ese toque de magia y poesía que nos traslada al mundo de la leyenda y el mito...Un abrazo

Maribel Romero dijo...

Sergio, tu narración me ha recordado mucho a "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino, donde las ciudades tienen una personalidad propia, por encima de sus habitantes, o quizás sean solo un espejo.

La acuarela es bella y tiene un punto de tristeza (al menos para mí).

Un abrazo alegre.

Sergio Astorga dijo...

Marisa, caminar por ciudades siempre ha sido un hábito y a veces cuando pinto este tema quisiera también contarlo.
Un abrazo esquina con un saludo.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Maribel, estás en todo, Italo Calvino, está presente como ánimo y ejemplo, como comentaba a Marisa, la ciudad es un tema recurrente en mi trabajo y quiero imaginar lo que contaría en una segunda imaginación. Es curioso lo que me pasa con Calvino, hay otra serie de dibujos en blanco y negro que tiene el mismo título de un libro de su cuentos: "Los amores difíciles" que también uso para esa serie.
"Las ciudades invisibles" de Calvino son insuperables, las mias son modestas y visibles.
La acuarela es nocturna y tal vez la figura desgarbada del camello nos contagia tristeza.
Un abrazo de glorieta.
Sergio Astorga

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Preciosa descripción, Sergio, la de esa ciudad conocida cuyos ojos me angustian. Italo Calvino fue uno de mis amores imposibles y sus ciudades tan sentidas como las tuyas.
Un abrazo recorriendo nuevas calles.
Mil gracias siempre.
Izaskun

Sergio Astorga dijo...

Izaskun, tengo veneración por algunas miradas, no solo Betty Davis, existe una fotografia en que Paul Valéry esta sentado viendo un mas alla, una inmensidad donde parece que las sensaciones desaparecen y se descubre una inteligente paz.
La ciudad del camello puede parecer triste, más no lo es, porque sus habitantes no tienen, ni apetito, ni codicia.
Me gustaria tener un Italo, siempre a mi lado.
Un abrazo de miradas.
Sergio Astorga

Miriam Jerade dijo...

Me fascina la narración de esta ciudad que todos y nadie conocemos, polvosa, desértica, de calles vacías, la ciudad del camello sediento. Felicidades, no había tenido tiempo pero ahora en domingo voy a internarme en tus ciudades de acuarelas. Un abrazo.

Sergio Astorga dijo...

Miriam, bem-vinda, ya extrañaba (tinha saudades) el comentario aleatorio.
Estas ciudades descaminadas, sedientas, prendidas en algúna geografía, me atraen, porque son interiores.
Es una polis íntima o una república (si lo prefieres) con otro arquetipo y otra caverna.
Un abrazo renovado.
Sergio Astorga