martes, 8 de septiembre de 2009

Así fue que me contaron


Como virtud de aire, así llego. Como ungüento vivo. Como la neblina. Como prodigio. Así se lleno el vuelo de signos.
Así, en el corazón del árbol, cuando la tierra estaba hundida en agua y sólo en los bejucos se encontraban las hormigas.

Allí hicieron sus nidos y comenzaron a pensar para que variadas razones invocaran de nuevo el nombre justo de las cosas.
Luego probaron varias lenguas como ecos, pero era mucha la confusión y comenzaron de nuevo a probar sonidos que alimentaran el sentido en los oídos.

Trece veces sobrevoló el búho la piedra y encontró la semilla y comenzó todo, nadie sabe cuándo, pero la palabra creció desde ese entonces.

Así creció, como mazorca amarilla y mazorca blanca, la letra que concibió las cosas como suyas. Como se sopla en el espejo, así se fue extendiendo su mirada y tuvieron nombre el cielo y la tierra, y el humo del copal esparció la noticia.

Cuando veas un árbol caído, busca sus raíces y raspa con la pluma para que salga la resina asexuada, para que la untes en tus manos y seas digno pasante de lo que está cerca y de lo que está lejos y puedas contar el tiempo al compás de sus voces y andes siempre con el cuerpo erguido.

Así fue que me contaron.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm

28 comentarios:

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Precioso.

Nada hay oculto para el árbol
Su conexión con el universo es plena.
Porque encierras tus perlas
no eres el mago del cuento?
Deja abierta la ventana de la aurora boreal
Y ese instinto que nace con la luz del día
Esa claridad de la mañana
Cuando aun el sol está dormido
Comprenderás que también eres árbol.
sedemiuqse.

Esta en el blog (suelo pintar arboles, pero no se que pasa me he dado cuenta que no se ven las imágenes antiguas. tendré que arreglar
Besos y amor
je

Lola Mariné dijo...

Que bonito!
El buho es precioso. En estos momentos me siento un poco como él: rapando la resina para contar lo que hay debajo.

Triana dijo...

Ya sabes que adoro a los buhos y antes de nada me lo llevo, no para enjaularlo si no para tratar de leer en su mirada las cosas que en esa retina se quedaron grabadas igual que debajo de la resina del árbol las historias que por él pasaron. ¿Cuantas capas de resina llevamos encima nosotros mismos?
Sergio, es de lo mejor que he leído tuyo en los últimos meses y si me das tu permiso, me encantaría guardarlo entre mis tesoros de Trianarts.
Un abrazo en profundidad

Sergio Astorga dijo...

Sedemiuqse, arbóreos somos y por la ramas andamos. Fíjate que aunque parezca extraño, Octavio Paz, es poeta de arboles y arboledas, su presencia crece en toda su obra, te invito a leerlo tendrás la sensación del chopo y el roble a plenitud.
Voy a visitar tus arboles.
Un abrazo de castaño.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Lola Marié, espero que la mazorca ascienda fuerte y animosa bajo tu mirada sagaz.
Un abrazo para tu vuelo.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Triana, no hay mejor lugar para los búhos que tu Sevilla, donde la resina tiene color ámbar y el duende andaluz de la mañana.

Trianarts la siento como mi segunda casa, la bonita, la bien arreglada, la que tiene pendones, y velas y estrellas traídas del mar. Ese honor marinero me deja con olores de verdes y orgullosas algas. Garbos para ti.
Abrazo lechuzo.
Sergio Astorga

Carmen Molins dijo...

Bueno hoy llevo día de árboles.je.
Así que aquí te dejo uno. mis árboles tienen poco interés los puedes ver de todos modos en etiquetas abajo del todo "árboles"

Allá dónde el silencio enmudece
anochecer y amanecer unísonos...
fundidos en un mismo matiz...
allá dónde el árbol brota,
no hay distancias ni tiempo...
ni olvido ni recuerdo...
ni tierra ni cielo...
allá donde el árbol brota...
tan solo, estás tu.

Maribel Romero dijo...

El búho me persigue. Algún día colgaré mi búho, el que entró en mi casa (y no de un árbol, sino en el blog). De momento estaré pendiente de los árboles caídos y buscaré en sus raíces. Alguien me preguntó hace poco cómo nacía una lengua, un idioma, quién inventaba las palabras. Tendré que hablar de búhos.
Un abrazo con los ojos como platos.

Alicia dijo...

"No hay árboles que el viento no haya sacudido" y algunos, según tú dices, llegan a caer.
Precioso Sergio.
Creo que hasta he escuchado al silencioso buho. Por cierto la pintura majestuosa.
Me llevo la palabra copal. No sabía que era el nombre de un tipo de arbol y también el de la resina casi transparente que produce dicho árbol.
Un abrazo

Sergio Astorga dijo...

Carmen Molins, bienvenida tu rama de árbol a esta “antojadera”. Tal vez como dices, los encuentros debajo de un árbol o entre ellos, tienen ese encanto propiciador de fantasear que su sombra o su sabia ayudaran a echar raíces. También tenemos esa imagen atávica de sentir que el arboles protección y dignidad.
Gracias por venir.
Un abrazo de pino.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Maribel, ver un árbol caído siempre me ha desgarrado, y oírlo caer, desgarrarse, lamentarse en su larga caída es una de las sensaciones del desastre mas nítidas y creo que mas ancestrales, mi cerebro primitivo responde con lamento y vengativo ánimo. Las raíces del árbol me provocan lo contrario a su caída, la sensación de permanencia y de misterio, de sustento y de firmeza.
Como nace una lengua, tal vez uno de los testigos fue el búho, que nos mira fijamente y no quiere decir lo que sabe, la rapiña en él es alimento y en nosotros es festín.
Un abrazo rondando el árbol primero.
Sergio Astorga.

Sergio Astorga dijo...

Alicia, es una bella imagen, no hay mejor amorío que el del viento y el árbol, lo hace cantar y mecerse y a veces fúrico lo arranca de tajo.

Lo que es el incienso para la cultura de occidente y asiática, lo es el copal para la cultura mesoamericana. El copal, sahumar con copal, es un rito que permitía establecer un vínculo, mediar, entre el cielo y la tierra, entre la materia y el espíritu. La religiosidad y espiritualidad en los pueblos de América y en especial en lo que hoy es mi país, es parte de su cotidianeidad. Su grandeza y su derrota parten de estas roturas irreparables con sus vínculos. Siempre existe un mediador, intermediario o caudillo, y en ese sentido estamos siempre en un estado de indefensión y orfandad. Existe un imagen muy interesante y fuertemente simbólica, que ejemplifica lo que te comento. En la última visita del papa Juan Pablo II a México, con todo el boato que conocemos en una de las bienvenidas multitudinarias, el Papa en medio de un escenario fue sahumado con copal, es decir, el representante de la iglesia católica fue públicamente purificado por un rito pagano. Lo que pudiera parecer una herejía o falta de respeto, para mí fue la representación simbólico del sincretismo de América Latina y de México en particular. No podemos entender la conquista de México, sin esta necesidad de la representación, de la invocación y de los presagios, componentes indispensables del pensamiento religioso (religare, ligar). A la llegada de Cortes, con apenas 300 hombres, si no hubiera intervenido la magia, el simbolismo, la profunda dependencia a los designios entre el aquí y el allá, la conquista difícilmente, militarmente hablando, hubiera sido victoriosa. Por eso te mencionaba que la espiritualidad de América ha sido grandeza y por desgracia al mismo tiempo su derrota. Para los que nos gusta el ecumenismo como manera de convivencia, disfrutamos y padecemos todas estas manifestaciones, que el búho en su silencio, parece que lo sabe o aparenta saberlo.
Un abrazo humeante.
Sergio Astorga

Alicia dijo...

Sergio me he quedado sin palabras leyendo las tuyas. Te agradezco enormemente el detalle de aún ampliar algo más, la información que yo había recogido, con la anecdota del Papa.
El silencio del buho, cómo muchos otrs silencios, valen por más de mil palabras.
Un abrazo de corazón

Isabel Barceló Chico dijo...

Maravillosa historia, contada con esa sensibilidad tuya tan delicada. La pintura del buho me ha gustado extraordinariamente. Me la he copiado por el gusto de conservarla conmigo. Un abrazo muy fuerte.

Mari Carmen dijo...

Estoy intentando buscar entre las raíces, pero no encuentro... las palabras. Espera, aquí encuentro una, dos...PRECIOSA HISTORIA.
Por fin encuentro una persona, que no teme al número trece.
Un abrazo.

Blanca Miosi dijo...

Es el segundo búho que veo has pintado con maestría Sergio, este me encanta, está sobre unos libros, tiene de capa dos páginas manuscritas, tiene una pata lisa y la otra llana, y un lado de su corbatín está ladeado, sin duda, él no se ocupa de pequeñeces, tienes tareas más importantes que cumplir.

Voy a conseguir un búho para mi blog, me has dado una idea.

Besos!
Blanca

Sergio Astorga dijo...

Alicia, para León Felipe, poeta de la infancia, “lo primero fue el llanto”, para mí lo primero es el antojo, y como vez, se me antoja mucho conversar y alargar el comentario hasta altas horas de la noche.
Es un placer intercambiar datos, cantos y retratos.
Un abrazo de comentario.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Isabel, tu eres la experta en estos simbolismos, en Atenas era el símbolo de la sabiduría, pero en Roma era de los presagios, ay de aquel que antes de la batalla viera una lechuza en vuelo. ¿Es así? Ya nos dirás en tu espacio la hermenéutica del vuelo del búho.

Un gusto que esta imagen pueda evocarte sensaciones gratas.
Un abrazo sigiloso.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Mari Carmen, es una suerte para mí el que no hayas intentado escarbar de más y encontrar la raíz inconveniente que destrozara este texto, un alivio.

Al número trece no le temo, pero dejar la montera encima de la cama ni pensarlo, y abrir el paraguas dentro de casa podría provocar que saque el anafre y comience a sahumar la habitación y a esparcir ramas de ruda para los aires malos y una escoba detrás de la puerta para barrer las malas vibraciones.

Te cuento algo curioso, hace tres años, tuvimos la oportunidad de ir a Viena, Austria y nos hospedamos en un hotel a unos pasos de Stephansplatz, un hotel esplendido, construido en el siglo XIX de 4 estrellas y nos salió en 35 euros la noche( estuvimos cinco) nosotros pensamos que era una oferta inmejorable, hasta que nos enteramos que era la habitación número trece y nadie la quiere y por tal motivo el precio era prácticamente simbólico.
Un abrazo numerado.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Blanca, tu acuciosa mirada corresponde a las virtudes del búho, me encanta que puedas motivarte y ya veré cuál es tu idea, si no recuerdo mal en tu novela aparece mencionado, sigo atrapado en ella, voy a la mitad, y cuando la lea por segunda vez te comento. Soy lento pero tardado.

Te platico, todavía tengo otras tres acuarelas con el tema que están esperando su texto. Como sabes a veces tengo el texto y le busco imagen y en otras tengo la acuarela que motiva un texto.
Un abrazo sin corbata.
Sergio Astorga

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Querido Sergio este esparcimiento de la palabra me supera de tan bello. Imagino al búho sobrevolando la piedra y hallando la semilla. Sueño las letras cayendo desde el aire y trasmutándose en asexuada resina, añoro los cuerpos erguidos dotados de palabra.
Es bellísimo,así me lo parece. Y el búho de ojos cuadrados es inmejorable.
Un beso.

Chakamikua dijo...

El nombre justo de la cosa es aquel que trae consigo a la cosa misma pero percibida ya no con el cuerpo sino con el alma, la metáfora viva.

emoción-imagen-palabra

que el humo del copal esparza la noticia:la palabra hay que sentirla.

Besos y abrazos desde la tierra de los bombazos (ya casi un año).

Chaka

Sergio Astorga dijo...

Izaskun, volantín, voladera, volátil, votivo, así me gustaría el vuelo del búho con la palabra en rama, la primera. Tal vez onomatopeya: trueno, tormenta,
Trino, trina el sonido que reproduce la cosa. Así dicen que fue el górgoro de la inicial voz. Asexuada será el vocablo, no admito otra explicación. El macho murió por la garganta. He dicho.

Un abrazo de ojos grandes.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Chaka, que tus chacras te sean benignos y que los bombazos sean de palabras y significados y que el copal te deje humus metafóricos pausados y pacíficos.
La palabra que es carne es la que vale.
Un abrazo palabra a palabra.
Sergio Astorga

Gemma dijo...

¡Qué estupendo nacimiento el de la palabra! Tu texto y ese búho de la imagen la convocan como en un maravilloso sortilegio.
Besos

Olga Bernad dijo...

Coincido con lo dicho. Es una historia preciosa y la has contado muy bien, con su toque de magia y de liturgia. Los buhos son animales misteriosos, como puede serlo la palabra.
Me acercaré a los árboles caídos, rascaré con la pluma... me acordaré de ti;-)
Abrazos.

Sergio Astorga dijo...

Mega, convoquemos, así como su fuera un malabar de sortilegio y a cada vuelta del búho un nuevo significado encontrará la cosa y otro sonido quedara gravado por generaciones.
Un abrazo adivinado.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Olga, que encuentres arboles nobles y profundas raíces para enriquecer mi recuerdo, porque tu pluma ya tiene la liturgia en sus misterios.
Un abrazo en mente.
Sergio Astorga