miércoles, 15 de septiembre de 2010

Ya llegaron

El suelo estaba mojado y trato de adivinar quiénes eran. Se oye como llegan, traspasando los sobresaltos; yo estoy aquí en mi cama, aterido de frío. No consigo calentarme. Llevo dos noches plomizas, pardas como las ojeras del abandono. Era febrero, me acuerdo porque el viento azotaba las ventanas y se metía por los corredores buscando la salida que no hallaba. Yo veo borroso, no alcanzo a distinguir más allá de un metro. Ya debían de estar cerca porque escuchaba sus sombras ruidosas. Me habían dicho que era un vaticinio, que ellos llegarían aunque yo no viese nada. La noche seguía, pero ausente, estaba como muerta, hecha una lágrima.

"Yo soy Tayazin, heredero del trono de Atzcapotzalco. Tu padre, Tezozomoc ha muerto. Tu también has muerto. Tu hermano Maztla enterró su puñal en el pecho cuando andabas camino de tu casa"

Uno oye. Pisadas que van, que viene. !Despierta! -escucho, pero mi cuerpo es de fieltro, se adormece, se derrumba buscando no oír, no ver. Tenia frío y sed. Presentía que faltaban muchas horas para que saliera el sol. Me envolví en la colcha para taparme, para que me creciera el día. Me acuerdo, siempre me acuerdo y no me quiero acordar porque me tiemblan las manos. En medio de este amoratado dormir, escuchaba repartidas en todo el cuarto esas voces que parecían alquiladas, falsas, indiferentes.

"Dios te salve reina y madre. Madre de la misericordia, esperanza nuestra. A ti llamamos los desesperados hijos de Eva..."

Para sustos no ganaba. No tenía ganas de pararme de la cama y no quería saber quiénes eran. Así pasó mucho rato, sin urgencias de tiempo como amarrado al hambre de no saber. Solo tenia ganas de resucitar en otro día.

"Naranja dulce limón partido, dame un abrazo que yo te pido"

Entreverándome en el sueño como correteado por coyotes, me aferraba al colchón de mi cama. Estaba boca arriba y sentía calambres en las manos en espera de que el repiqueteo de voces se hicieran pedazos gracias a mi indeferencia. Despierta -vuelvo a escuchar. Ya llegaron -insistía esa voz que se esforzaba en arrancarme el miedo.

"La Pinta la Niña y la Santa María por el mar de las antillas"
Afuera, en la calle, regueros de pasos. Creo sentir todavía como me abandonaban las fuerzas en espera de vaciarme de noche y despertarme. Debería haber gritado, salirme de esa espiga de recelo, pero ya no escuchaba el latir de mi corazón. Nadie vino a verme. Tuve que aferrarme a esa humedad del cuarto. Ánimas que amanezca -me alentaba, encogido en el peso de mi cuerpo. ¡Despierta! -me gruñeron. Supe entonces que habían llegado.
Sergio Astorga

Mixta/papel 14 x 19 cm.

10 comentarios:

María Eugenia Mendoza dijo...

Imágenes fuertes de vaticinios y realidades, de espera y desesperación, de angustia y resignación, imágenes que evocan un poco la historia oficial y mucho la otra, la que se quiere callar.
Te mando un abrazo tricolor, deseando que esta noche esté ajena a vaticinios de desastre y sea tan luminosa como las que seguramente viviste cuando éramos niños o por lo menos como las recordamos.

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Querido Sergio. No gano para sustos con estradas como esta. Y aunque la vida es sueño y los sueños eso. Y pese a la plástica de ese ser de antorcha en la cabeza que me recuerda, no sé porqué a un rey mago.
Y pese a....
Espero y deseo que estén muy bien.
Beso.

Isabel Barceló Chico dijo...

Pesadillas angustiosas en las que no se sabe si el que sueña fue el hermano asesinado o el que empuñaba el cuchillo, o si el tiempo, esa gelatina de la noche, va adelante, o atrás, o ha escogido un sólo cuerpo, aterido, para manifestarse en su totalidad. Precioso e impresionante, querido amigo.

Alicia Uriarte dijo...

La historia de un pueblo no exento de traiciones, ruegos religiosos implorando salir de la desesperación, la ronda infantil que, a modo de juego, puede dejar a uno en el centro y en soledad, los conquistadores acaso dispuestos a imponer su hegemonía…Sergio, demasiados miedos y pesadillas a consecuencia de oír la Procesión de las ánimas benditas. Al fin y al cabo sólo son almas en pena que murieron en pecado y para purgar su condena hacen penitencia acompañadas en procesión. Son indefensas. Sin embargo a veces es difícil evitar el pánico ante cosas que uno no entiende.
Un abrazo reparador.

Maribel Romero dijo...

Ahora soy yo la que me he quedado paralizada, impresionada, aterrorizada incluso. Qué difíciles son de llevar los miedos infantiles. Por un momento he vuelto a la infancia por la puerta de atrás, de puntillas, con los ojos y los puños cerrados y la manta sobre la cabeza.
Un abrazo de luz.

Sergio Astorga dijo...

María Eugenia, has penetrado en el texto de manera directa, no sé si sea porque tenemos una simbología común, un referente similar y por supuesto el conocimiento que tienes de la historia de México. Una de las intensidades del texto, porque era lo que perseguía, un texto con intensidades y diferentes estadios. Uno de estos estadios es nuestra realidad como país donde hemos pasado en desvelo y en pesadilla nuestra existencia como nación. Qué es lo que la mantiene? nos preguntamos cuando asistimos a su degradación. Tal vez su generosidad y su desmadre. Es conmovedor y al mismo tiempo un desencanto ver como a pesar de que el zócalo estaba sitiado por el ejercito la gente asistió con entusiasmo y credulidad, grandes virtudes que han sido nuestra ruina desde el punto de vista estado-nación.
El otro estadio es totalmente emocional, al personaje le suceden
apariciones y desapariciones.
Con López Velarde "diremos con épica sordina, la patria es impecable y diamantina".

Un abrazo patrio.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Izaskun, aunque parezca mentira tu comentario es halagador, creo que la voz narrativa cumple su cometido, como le decía a María Eugenia, el texto tiene intensidades, drama, voces que parecen sueños, realidades que oímos y las dejamos en el mundo de la pesadilla para huir o en verdad son pesadillas. La referencia a la historia de mi país esta presente pero, también puede ser la historia de cualquiera de nosotros.

El dibujo en principio tiene un deseo o tuvo un deseo de ser hecho para cuento infantil, ya no recuerdo si era par el descubrimiento de America o simplemente sobre las Naos.

El estar bien implica dibujar y escribir, así que tu deseo es plenamente cumplido.

Un abrazo de Rey.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Isabel, me gusta mucho: "la gelatina de la noche" Sí uno no sabe si asesina o es asesinado, si uno fue o quiso ser o, puede ser o, ya no sabe que se es. En verdad un territorio gelatinoso.
Un solo cuerpo elegido o muchos cuerpos. Me encanto tu lectura. Gracias. Me abre inquietudes sonoras y temáticas.

Un abrazo con grenetina.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Alicia, como bien dices las historias de los pueblos no son suavecitas, no son de caramelo ni de algodón. Siempre existen ganancias y perdidas y una gran contradicción a dilucidar.

La segunda parte de tu comentario me remite a la casa de la abuela, antigua casa de Tezozomoc, rey de Atzcapotzalco, Miguel Lerdo de Tejada, en Atzcapotzalco (lugar de hormigas) Esa casa estaba llena de sueños y fantasías y por supuesto espíritus: prehispánicos, coloniales, independentistas, revolucionarios, liberales; infinidad de médiums, espiritas, curas, astrólogos, brujos de mas diversa índole fueron a la casa a desenterrar el misterio sin conseguirlo. Son historias fascinantes todas penantes como los vivos.

Un abrazo de ultra...brigth.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Maribel, yo todavía no sé distinguir los miedos servales propios de mi especie y los miedos infantiles que se han sofisticado con los pavores y miserias de adulto.

Me quedo feliz con el resultado del texto, ha tocado diferentes niveles emocionales.

Al principio te confieso que lo empecé ha escribir de puntitas pero poco a poco ya tenia el paso firme y decidido.

Un abrazo paralizante.
Sergio Astorga