Ella estaba pintada en azulejo, en la estación de trenes. Dan ganas de llevarla, de enfadar al público que pasa indiferente. Quisiera vestirme de azul o de paisano y no subirme al tren y encadenarme al muro y preguntar por su nombre y no saber y no poder y en algún golpe de luz cerrar la puerta. Suplicar a no sé quién, en esta tarde dulce, cómo se convence a una mujer de salir del azulejo. Dan ganas de que llueva y abrir su paraguas y enlodarse en las calles antiguas hasta que nos duela el caminar descalzos. Me mojo y no me importa.
GUARDAMAR
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He pasado las Hogueras de San Juan en Guardamar del Segura, el pueblo de mi
madre. El piso de alquiler me fascinó desde el principio. ...
Hace 3 horas.
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