Era un esbozo de caballo. De finas crines y atenuadas líneas. Su forma se repasaba ya con color, ya con esa inseguridad de acertar a su bruta belleza. Nunca conoció más pradera que su propia página, sin embargo, tenía los ecos de los espacios mongoles y de los desiertos de Sonora. Nunca asistió a la doma y los jinetes solo lo miran con recelo y codicia. Su pezuña, esta hecha para estar a resguardo de las tormentas terrestres. Su relincho, es la suma de la las aventuras contenidas y en su lomo se puede ver la reminiscencia de Babieca. ¿Lo notan?
DEMASIADO
-
Nos lamentamos
de que era demasiado joven para morir,
pero olvidamos con frecuencia
que nunca eres demasiado
mayor para vivir.
Hace 4 horas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario