viernes, 7 de enero de 2011

Las amarillas casas

En frente de ellos estaban. Habían pasado el día buscando ese resplandor opaco del adobe, ese arrullo de tierra hecha a mano que perturbaba el cielo azul. Debajo de esa mañana sólo se veían las manchas voladoras de los cuervos y ese palpitar de sus pupilas por encontrar su casa. Sudaban mucho, sofocados de tanto andar, oían su pecho exaltado por la duda. El camino raso con pequeños y enmarañados huizaches los confundía, horas y horas sudando con los ojos engarrotados, sin ánimo de hablar. La rabia comenzaba a subírseles a la cabeza, cuando muy a lo lejos divisaron los rojos chiles colgados de una puerta, parecían un puñado de pájaros muertos. “Estamos perdidos” pensaron al unísono como dos chirimías huecas. Pero no, ahí estaban esos rojos chiles anunciando que ya estaban cerca, que sólo era seguir esa empinada calle. No había gente, sólo se veían sus camionetas estacionadas y cómo preguntar si no se acordaban del nombre de la calle, tenían que seguir caminando.
- ¿Estás seguro que es Santa Fe?
- Segurísimo. Aquí en el mapa lo dice.
- Tú y tus ideas de explorar los alrededores.

Con el suspiro del desánimo llegaron al final de la calle, hacía frio, el aire picoteaba helado sobre sus caras sudorosas. Al frente, sólo mas casas amarillas alborotadas unas contra otras, sin ángulos, con la paciencia de la curva formando su cuerpo rechoncho, chaparrito, sin prisa por ocupar su sitio.

- Ahí están.
- ¿La casa? ¿Ves la casa?
- Las torres de la Catedral de San Francisco. Creo que la casa está en la calle de atrás.
- ¿Estás seguro?… Andando.

La mañana ya quebrada por el medio día, se perdía por los montes. Los ocres iban ganando terreno y los adoquines proyectaban sombras sepias y anaranjadas. Cruzaron desbordados el peso café de la sombra de las torres. Nada. No reconocían su casa. Casas amarillas alineadas, anónimas, mudas. Una y otra vez recorrieron la calle hasta que una luz parda les avisó que un reguero de tarde los consumía.

- Estamos perdidos.
- ¿Qué hacemos?
- Sigamos buscando.

Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 cm.

14 comentarios:

Gemma dijo...

Gran texto y gran todo, Sergio.
(La acuarela también me encanta.)
Un fuerte abrazo

Maribel Romero dijo...

Fantástica asociación de texto y pintura, con cada frase es fácil perderse entre las casas amarillas, la tierra ocre, el cielo anaranjado. Es fácil perderse.
Por un momento me recordó a Pedro Páramo y su constante búsqueda. Ha sido una evocación preciosa.
Un abrazo tirando a amarillo.

Freia dijo...

Inquietante y atractivo texto, Sergio. En movimiento. Fascina de principio a fin.
Llevo tres días intentando acercarme a su abarrote, que el teléfono me avisó de su hornada amarilla y rabiaba por venir. A mucha gente no le gusta ese color, pero a mí me fascina; junto con toda la gama de morados y el naranja, es el que de siempre he preferido. De pequeña, sabía que el sábado era amarillo lo mismo que triste y marrón oscuro era el viernes. Y amarillo era también el 3 y el 8. Y la playa, el sol, los narcisos, la yema de los huevos, los topacios. Puede que tenga que ver con que nací apenas unas horas antes del solsticio de verano y don Lorenzo me marcó siempre y me da vida.
Y por eso la entrada de hoy se me vuelve contradictoria entre la búsqueda continua y la luminosidad del color, como de lograr objetivos, como de llegada.
La acuarela, sencillamente, me ha enamorado.
Un abrazo de detrás de la catedral.

Sergio Astorga dijo...

Gemma, que días tan célebres son estos en que el celibato de un texto y un dibujo pueden atesorar un comentario como el tuyo. Quedarán grabadas las eternas golondrinas…

Un abrazo encantado.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Maribel, tu oído lo tienes afinadísimo, hay una cadencia, sí, y una asociación de imágenes con Rulfo. Lo curioso, si es que hay curiosidad en una continuidad: la retroalimentación histórica de los pueblos, parecería que el paisaje es de México, pero no es así, pertenece a Santa Fe, Nuevo México, que gran parte de su vida fue novohispana y del México independiente y por supuesto de los pueblo nativo americanos que ya estaba en este territorio y que tuvieron contacto con las culturas prehispánicas, no cabe ninguna duda. Aquí está el adobe como material primigenio de construcción, el chile colgado en el dintel de las puertas de entrada (hoy como motivo decorativo, pero en muchos lugares como sustento y producción), y el clima semidesértico con unas tonalidades que nos tienen fascinados, que van de esos amarillo violentos y a veces espirituales, o esos sienas ocres terracotas, hasta los anaranjados, rojos bermellones y rosa Doré (pigmento que me encanta de Winsor & Newton). Como sabes yo no soy paisajista, mi mundo es de interiores, y parece que todas las versiones que he hecho, ya de los Álamos ya de Santa Fe,(o de ciudades varias) que has visto en los Antojos, parece que el paisaje es devorado por mi visión íntima y no periférica. Este cuadro de Santa Fe fue una encomienda para Navidad y bueno, me ha gustado mucho el resultado.

La angustia de encontrar sin encontrar es parte del hilo del extravío, esa sería tal vez la intensión del texto y acuarela: una fascinación al mismo tiempo que una pérdida.

Abrazo malva.
Sergio Astorga

Alicia Uriarte dijo...

Sergio, no te haces ni idea lo perdida que anduve esta vez. Llegué incluso a Santa Fe de Argentina. Tras todo el periplo y después de conseguir por fin llegar a ver las imagen que tu habías representado, constaté una vez más que lo importante no es siempre el destino sino disfrutar del camino y verdaderamente lo hice.

Llegados a buen puerto, te diré que incluso llegué a ver uno de esos cuervos que citas. Las casas de adobe me parecieron pertenecer a un paisaje mironiano debido a que las montañas de donde extrajeron la materia prima para tales construcciones me devolvieron por unos instantes a Mont-Roig. La nieve, como no podía ser de otro modo, me acompañó todo el recorrido.

No importó que los viajeros de tu texto no llegasen. Les he traido una grabación para que lo disfruten mientras descansan del agotamiento del viaje. Yo también voy a descansar. Este primer viaje de la década ha sido agotador pero mi fértil.

http://www.youtube.com/watch?v=hounQavcLyE&feature=related

Un abrazo en tonos rojos.

Sergio Astorga dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sergio Astorga dijo...

Alicia, fascinante tu travesía, que perseverancia y entusiasmo el tuyo, me tienen más que conmovido. Casi realizaste la angustiosa travesía sin encontrar al verdadero Santa Fe, que como todas las ciudades, provincias, y países a donde llegaron los evangelizadores, llevan el mismo nombre.
La coincidencia es extraordinaria, el video realiza casi el mismo recorrido que el texto, la única diferencia es el tiempo, en el video es invierno y en el texto y acuarela es verano y el color es otro. Lo montes que se miran es la cadena llamada Sangre de Cristo y como se puede observar las casas son de una sola planta de adobe, el llamado estilo New México, pero que tiene sus antecedentes en las construcciones de los indios pueblo de Taos NM. y en Paquimé Chihuahua, México. Donde utilizan el adobe como recurso constructivo. Y esta asociación que haces con Miró y un poco con Gaudí es, me atrevería a decir casi natural. Las soluciones de espacio cuando utilizas un material maleable y no usas la recta, sólo formas curvas, resuelves como si fuera alfarería y las casas parece que fueran una gran olla o cueva original. Por cuestiones de clima no había chiles colgados en los dinteles de las puertas.
Sigo impresionado, es como si hubieses ido a filmar.

De que buena Nieve estas hecha. Gracias. Has enriquecido y dado una vuelta de tuerca.

Abrazo fascinado.
Sergio Astorga

Lola Mariné dijo...

"la mañana ya quebrada por el medio dia"
me encanta esta frase.

Saludos amarillos.

Isabel Barceló Chico dijo...

No dejamos nunca de buscar la propia casa, aunque la noche se nos caiga encima. Qué duro es haberla perdido. Magnífico texto. Un abrazo, querido amigo.

Sergio Astorga dijo...

Lola Mariné, quebrado por el frio te agradezco tu visita.

Un abrazo en frio.
Sergio Astorga

Sergio Astorga dijo...

Isabel, que encontremos abrigo en nuestra propia casa, que suerte que delicia, Si no la encontramos que extravío, que pena que desgracia.

Un abrazo desde casa.
Sergio Astorga

María Eugenia dijo...

Han pasado cuatro días desde que el amarillo se asomó a la Aldea, pero por oscuras y después de todo intrascendentes razones no me había dado el gusto de recorrer este paisaje, en donde esos chiles rojos dicen mucho de los habitantes que se empeñan en mantenerse escondidos y silenciosos. La angustia de no encontrar la casa es semejante a la que sientes en "No oyes ladrar los perros", esa certeza de estar cerca y no llegar a tu hogar la transmites en tus palabras e imágenes.
Este trabajo, como sucede regularmente se complementa y enriquece con la participación de los antojadizos, y ahora el video de Alicia ha abierto una dimensión más a este recorrido.
Un abrazo de bienvenida a casa, querido Sergio.

Sergio Astorga dijo...

María Eugenia, tarde pero sin sueño decimos, eres bienvenida a cualquier hora.
Es verdad, la aportación de Alicia abre otro camino inesperado ya que el lector también puede estar en el mismo lugar, la Catedral de San Francisco, la Plaza central de Santa Fe, y una panorámica desde el mirador con la vista de la ciudad y las montañas. Se miran las casas de adobe y las camionetas estacionadas, sólo faltaron los chiles que por el tiempo invernal es imposible que sobrevivan a la intemperie.

Estupenda experiencia.

Un abrazo pos amarillo.
Sergio Astorga